lunes, 6 de enero de 2020

Macario Colombo


                  MUCHAS VECES LOS HOMBRES paren al mundo hijos sin saber cual sera su destino.
Son las 11:00 pm, me ha sorprendido la noche. Caminando solo escuchando los grillos del monte mientras unos débiles resplandores de luz de luna me hacían apreciar débilmente un paisaje oscuro y desolado, esto, cada que las nubes despejaban el cielo dejando ver la luz.
Los grillos se escuchaban en todo el Valle, estando parado ahí en medio de la milpa de temporal, donde este año por la falta de lluvias  no se había dado nada, solo unos maizitos entreverádo con frijol que nada había dado, ahí miraba y escuchaba esos ecos, voces y susurros de mis muertos, al acercarme más a la orilla una parvada de palomas salió del mezquital asustadas por mi presencia, en ese mezquital bicentenario recuerdo columpiarme de pequeño junto con mis hermanos, me cuenta mi madre que es en uno de esos mezquites en el que ella de pequeña fue arrullada en una cuna improvisada, fue aquí en este lugar agreste donde mis abuelos eligieron vivir, al salir huyendo de su pueblo natal por mi abuelo quien había golpeado hasta dejar moribundo al hombre que entre la valentía adquirida por el pulque quiso ofender el honor de mi abuela.
Las palomas surcaron el nublado cielo alejándose del lugar, entre un ruido estrepitoso de aleteos y sonidos gorjeos, atrás de ellas las nubes se abrieron dejando ver la luna y un cielo estrellado.
Miraba con nostalgia esa luna que hoy parecía más cerca de esta tierra agreste, mire con encanto insólito como se habían iluminado esas siluetas del Valle, siluetas que antes no tenían forma alguna para mí, el nopal, el mes quite, la biznaga del Valle adquirieron un brillo mostrando una belleza fugas hasta que de nuevo las nubes cubrieron la luz de luna.
El frío del lugar era insoportable, el viento arreciaba moviendo el maiz y los mezquites de un lado a otro, yo me cubría el cuello con el suéter gris agujereado que traía puesto, veía el cigarro de mi mano, miraba quela braza se aproximaba a la colilla, le di el último jalón y lo tiré pisándolo con la punta del zapato hasta que este se incrustó en la tierra suelta, formando un pequeño cráter que se tragaba la punta de mi zapato. La tranquilidad del lugar era perfecta, a pesar del frío que penetraba la carne, a pesar de ello parecía estar solo con mis pensamientos, en ese instante no parecía importarme otra cosa.
Exhale el humo del tabaco que antes estaba en mis pulmones, el vapor de mi aliento caliente se mezclaba con el aire frío, entonces no parecía distinguirse mi aliento entre el humo del tabaco y el aire frio del campo.
Solo recordaba. Recordaba cosas, cosas como la vez que mi madre me me control por ves primera con un cigarrillo en la mano.
¾     Hijo ¿que haces?
¾     ¡Nada madre! Nada.
¾     ¡Como no!  que traes en la mano. Le escuché decir con un tono de enojo
¾     nada, nada má. Conteste de manera tenue, con tono de finjida culpa.
Tire el cigarro y pedí a ese algo que no sabía que, pá que mi madre no se diera cuenta, me sacudí rápidamente la ropa y trague tragos de saliva, pero fue el vano, el olor del lugar y de mi ropa impregnada por el humo del tabaco me delataba.
¾     Te he dicho que los vicios hacen mal ¿estás viendo y no ves? ves cómo está tu padre por el vicio y ahí vas tú también, ustedes no entienden ¿que burros?
No se que traen ustedes en la cabeza que son muy tontos.
no fumes, cuantas veces se los he dicho, los vicios son malos y nada mas no me haces caso.
Pero síguele, eso te va hacer daño, ese vicio te va matar, ese maldito cigarro.
Yo solo me encoji de hombros tratando de aceptar el regaño, después de un refunfuñar de dientes mi madre se alejo.


SU RESPIRACIÓN AGITADA se escucho toda la mañana de ese sábado, el médico del pueblo ya nos había dicho que no se podía hacer nada, solo esperar, el alcohol que quizo terminarse en su juventud le había pasado factura, sus riñones e hijado ya no le funcionaban.
Y entonces le encontré ahí, aún lado de la cama, rezando una plegaria con un rosario en las manos, con la cabeza a un lado del oído de aquel hombre le susurraba cosas, esa mujer demacrada parecía ausente aun cuando se podía ver ponerse de rodillas, levantarse, entrar y salía de la recámara.
Muchas veces pensé que mi madre dormía con un cadáver, a falta de otra cama.
¡Si!  porque apesar que respiraba, aquel hombre ya no se valía por si mismo, defecaba en la cama y se orina en ella, estaba más allá que acá entre nosotros los vivos. Eso lo veía.
Y la recámara entonces se llenaba de olores nauseabundos, se podía oler la mierda y los orines, y lo peor de todo, se podía saborear en la boca todo eso, eso lo sentía, entonces habría una ventana pa ventilar el lugar, pero ni así, el olor no se desaparecía.
Todas las noches que hemos pasado mi má y yo, ahí, oyendo los quejidos de mi padre porque le duele todo, me hacen estremecer.
Tenia todo el cuerpo, todo moretiado, por las inyecciones o por que uno lo movia pa cambiarlo y limpiarlo, su piel era muy frágil, tantito uno lo hagarraba y se le ponía morado. entonces en la espalda le empezaron a salirle yagas e incluso pistulas que se le reventaban y de la cual le salía pus y algo como escremento liquido, cuando el olor de eso se esparcia por el cuarto uno solo querias gomitar, era algo como echado a perder. Entonces veía a mi padre, y todo eso que era, el miedo que en algún momento pudo infundir, todo lo que era ya no estaba. su cuerpo ya no parecía de un ser humano, era un bulto de cuero pegada al hueso, si, solo era un cumulo de huesos, inerte, solo un cuerpo del cual se desprendía olores repugnantes y su vida misma.

“Ojos opacos y sin brillo,

detonando la huida de la vida.” 

¾     Yo por eso ya no me da miedo nada, no me da miedo encontrarme con el demonio en la mala hora, o encontrarme con alguna anima, ya no me da miedo nada, ver las cosas que he visto y mirado, o escuchado, ¡ummm! Todo le queda chico. ya lo he mirado todo.
Me decía mi madre con lágrimas en los ojos.
Me acuerdo esa ves cuando lo lleve con el brujo, por alla, cerca del pantion viejo del pueblo, fuimos porque el insistia que lo habían enbrujado y quería que lo llevara, el pensába que le habían echo mal, y por eso fuimos. al llegar al lugar nos espantamos, era un lugar oscuro, lleno de veladoras y ceras derretidas, había muchas imágenes de la santa muerte, y munchas flores, entonces lo limpiaron con unas piedras y unas llerva del monte que nos habían pedido llevar. Si, lo limpiaron al lado de un fogón que estaba en medio de aquel lugar oscuro. Si, me acuerdo de eso. Si, eso lo recuerdo, el pensaba que eso lo curaría, por eso fuimos. entonces aquel ansiano barbon del cual munchos nos habían dicho que era bueno pa retirar los males, empeso a tomar tragos de aguardiente de una botella, de las cientas que teniaen en el piso, empeso a retorcerse, poníendo los ojos en blanco, repetiendo palabras de manera incuerente, no se entendia nada lo que hablaba, solo se entendían las maldiciones que decía y que repetia una y otra ves, también empeso a eruptar como aquel que acaba de comer. Escupia a la cara de todos aquel alcohol que no tragaba, no sabia cuando terminria, pero, paro por un momento, se quedo estatico, sin hablar ni nada, entonces reacciono, y empeso a hablar de manera normal, dijo que tu apá traía algo malo, muy malo pero que con la limpia lo había sacado, echo las cosas de la limpia al fogon, y de las piedras de la limpia aparecieron culebras que salían de las cenizas, retorciéndose, debajo de nuestros pies, dejando al descubierto unas brazas al rojo vivo dentro del fogón, si eso lo miramos.
Y entonces salimos corriendo, espantados sin voltear atrás.
Pero no, cuando regresamos a la casa seguia el con sus males.
Sabían entonces que no lo habían curado, y se puso mas mal por eso, se le veía mal, mas decaído y dándole mas al pulque.
¡Que mal que le habían echo!  nada de brujería, estaba enfermo por todo el pulque que a diaria se tomaba.
el espanto nos quedo toda una semana.
Y ya no volvimos.

¾     Tu papá, tu papá.
Se escuchaba decir de aquel hombre de compleción casi esqueletica y que yacía en aquella cama que parecía tragado por aquellas cobijas tan grandes que se arrastraban al piso.
¾     Tu papá, tu papá. Solo mencionaba con una vos atorpesida, casi moribunda,
No sabía que pensar, era una escena que dolía o quizás no, el rencor por la vida miserable y de maltrato que nos había dado me hacían querer ignorarle. solo sentia que ya nos estorbaba. solo el dolor en el rostro de mi madre me hacía recapacitar, quería sentir lo mismo que ella, pero no podía.
¾     ¿Qué hacemos, que hacemos?
¿Lo llevamos al doctor?
Me preguntaba mi madre.
Entonces no sabía responderle, lo miraba casi moribundo y los doctores que habíamos visitado nos decían que ya no se podía hacer nada, solo un milagro lo podía ayudar, además no teníamos dinero ¿como le haríamos?
pero toda la vida basflemo y maldijo a dios y a los santos que talvez, pienso, por eso lo habían abandonado, si, talvez lo estaban castigando, mira cual seria su insolencia hacia dios que hasta llego limpiarze el culo con una biblia.
Pero cuando caia en cama, ahí lo escuchaba pedirle a dios que lo ayudara, que lo curara, que le quitarala enfermedad. Tenia tantas enfermedades en el cuerpo que el mismo medicamento ya no le ayudaba, le era perjudicial porque su mismo organismo ya no desechaba lo que no requeria el cuerpo.
Miraba a mi madre tan aflijida que quería sentir lo mismo que ella, pero no podía, quería sentirle lastima a mi padre por lo menos en esos momentos, pero ni eso sentia, no podía, entonces había ideas en mi cabeza que me decían que yo era malo.
Pero no,
¾     Tal vez ya – y un suspiro muy grande.
Pero sentía dentro de mi que ya nos estorbaba.
Yo no era malo, no lo soy, solo que los rencores! Son los que quieren sentir y hablar por mi.
Y esque, los recuerdo, los rencores eran grandes. recuerdo muchas veces mirar llegar a mi padre cayendoce de borracho, que literalmente eran todos los dias, esas noches eraran eternas, puras mentadas de madre, y bajesas a mi madre, recuerdo alzar la voz para pedirle que se detubiera, pero no, eso parecía encenderlo mas.

Jodiéndome el puñal,
¡Mirando!
Contare en instantes insistentes
gotas de sal
derramando de la cuenca cristalina.
¡Oh!
blancura
Pintada de rojizo.

RECUERDO DE NIÑO ODIAR LA NAVIDAD, el día de reyes y mi cumpleaños porque me recordaban lo desgraciado que era, en ese momento no sabia nada, solo me preguntaba porque nunca tuve un obsequio bajo mi árbol de navidad o peor aún, porque nunca hubo árbol alguno en mi casa.
Odiaba la navidad y el dia de reyes porque no tenía respuesta la carta que escribía con inocencia y con anhelo, muchas veces incitado por mis primos a escribirla, recuerdo ver como los demás niños jugaban con sus obsequios al día siguiente de navidad o de reyes, y yo, sólo trataba de demostrar que no me importaba, aunque en el interior hubiera deseado ser yo el de los juguetes, muchos de ellos eran pobres como yo, pero ¿Por qué a ellos si les había visitado Santa Claus y los reyes? ¿Acaso yo me había portado mal?  ahora entiendo que no, solo que yo y mis hermanos teníamos un padre que en vez de comprarle un obsequio a sus hijos prefería gastarlo en sus garrafas de pulque.
¡Maldita suerte la mía!

“Entonces, metía mis pies en el agua de la regadera, pa olvidarme de todo.”

Pero aun cuando odiaba navidad y el dia de reyes, estos días también eran momentos un poco gratos para mis hermanos y para mi ¡gracias a mi madre! porque gracias a que le conocía mucha gente, no faltaba alguien quien nos obsequiase algún juguete, usado, roto muchas veces, pero eso no importaba de niño.
La navidad, entonces nos devolvía algo, nos agradaba ver esas luces de colores en las casas del arrabal, las escarchas, esas luces de los fuegos pirotécnicos, de las cebollitas, de las chispitas, de las velitas derritiéndose en nuestras manos, ver el arrullamiento de los niñitos dios, los pozoles, el ponche. Me gustaba el 24 de diciembre porque si bien algunos disfrutaban de su cena en sus casas, mi madre y mis hermanos asistíamos a la posada de la señora Sele, donde era seguro obtener más de 20 a 30 bolsas de aguinaldos. ¡Claro!  si es que uno se ponía aguzado, y entonces de regreso nos veíamos caminando en medio de la oscuridad, cada uno con su gran bolsa llena de dulces, galletas, buñuelos, con un gran plato de pozoles y un vaso de ponche.
Esas noches nunca nos acompañó nuestro padre porque de seguro se había quedado para embriagarse en la casa.

CUANDO VES LAS COSAS con unos tragos encima son distintas, sientes las miradas, el prejuicio de la gente.
¡Gente hipócrita!  al final, al final ahí dentro de ellas tienen lo malo, pero solo cuando creen que uno esta inconsciente, que uno no se da cuenta de las cosas, sacan lo peor, son como buitres.

¡Obra de   aves!
nido de aves rapases,
de aves carroñeras
¿Y la gente? cumulo de labia, injuriando.

Pero no, el alcohol no te hace malo, o almenos eso es lo que yo creo, eso ya es de uno, uno lo trae dentro, y mi padre parecía sacar todo lo malo cuando tragaba mierda, como decía mi madre, parecía solo tomar y sacar todo el veneno con nosotros.
Uno toma pa desaogar las penas, según, pero no, si algo he aprendido es que las penas se hacen mas grandes con el alcohol, con el alcohol todo es distinto, pero aun asi el alcohol no te hace malo.
Entonces creía ser fuerte y lo más malo del mundo, pero no, esos rencores que le tenía a mi padre, al verlo en la cama, en un rato todo se desplomaba.

Me decía
¾     Tu papá, tu papá.
refiriéndose a mi abuelo, talvez lo recordaba en esos momentos.
Su rostro demacrado por la enfermedad, sus ojos borrosos, como de aquel que se le va la vida, una vista perdida me llegaba en lo más profundo de mi ser.
¾     Tu papá, tu papá, pace -  y un suspiro muy largo después de eso.
Se le escucha decir.
¾     Haga, y un suspiro de nuevo.

ERA ALGO DURO, miraba la misma esena de la meurte de mi abuela con la situación en la que estaba hoy mi padre quien ocupaba esa misma cama en esos momentos.
El alcohol del pulque que había ingerido me hacía ser perceptivo en todo lo que se suscitaba en en el cuarto, suspiraba, realmente no sabía porque, me daba tristeza, pero el sentimiento se iba enseguida, era un subibaja de emociones ¿lastima quizás? no lo sé, realmente no sé qué es eso, o al menos no podría definirlo. ¿El pulque me hacía ver las cosas realmente como eran?  quizás estoy tan ebrio que mis sentidos y cabeza no saben de la realidad.
7:57 p. m, Estaba entonces ahí, rayando con los pulgares el tubo cromado del pie de la cama donde estaba mi padre, en mi cabeza se gestaban preguntas de el porqué ¿porque la misma cama? ¿porque el mismo cuarto? ¿Por qué la misma enfermedad? Si, hace 16 años ahí precisamente en ese cuarto y en esa misma cama estaba una señora de avanzada edad, agarrándole el brazo a mi madre, pidiéndole que la sostuviera porque sentía que caia en un abismo.
¾     Agrarame, agarrame, me caigo.
Le decía mi abuela a mi, madre.
Todavía lo recuerdo.
Mi abuela en ese entonces estaba agonizando, todo por el mismo vicio que hoy tenia a mi padre en las mismas condiciones.
Si, me acuerdo de eso, me acuerdo de ese entonces, mi padre postrado al pie de la cama, con lagrimas en los ojos pidiéndole le dijera en donde tenía sus centavos para su litro de pulque.
¾     Má!  no se vaya, ¿quien me va dar pa' mi pulquito?
Deme unos pesos pa' mi pulque.
¾     Por allá, en mi cajonera, en mi delantal tengo unos centavos.

Decía, aquella vieja moribunda señalando a una cajonera de carrizo toda rota y remendada con pedazos de hule, esa vieja terca, nunca entendido.  vieja, vieja terca, mi viejita.
La recuerdo con mucho afecto, recuerdo que ahí en la casa éramos más de 10 chamacos, todos mocosos y esa vieja que recuerdo con cariño nos llevaba para todos lados, recuerdo cuando íbamos a la tienda de don chino, la tienda más grande del pueblo, al meternos a la tienda el señor sonreía, y de inmediato sabia he intuía  que haria su acción de caridad del día, pues si, como le negaría la alegría a tantos escuincles liderado por una vieja chula como la Refujia, llegaba a la caja registradora y le decía don chino;
¾     ¡Y ahora! ¿que va a comprar doña Refujia?
Mi abuela dirigía la mirada hacia abajo en donde por el cansancio yacíamos sentados
¾     ¿qué quieren niños?
Dulces, caramelos, galletas (Se escuchaba por doquier)
Pues deme un peso de dulces y un peso de galletas
<<Don chino solo sonreía>>
¾     ¿Y ahora si trae para pagar doña Refujia?
¡Si!  traigo unos centavos
Se veía una sutil sonrisa, de parte del viejo Tendero.
¾     Está bien, ¡hey!  tu,
tu, Arturo, ben.
 Levantaba el brazo señalando uno de sus empleados
¾     Dígame
¾     Dale lo que pida a la señora
El joven que como siempre ya sabía la dinámica, nos llenaba una bolsa de galletas de animalitos de aproximadamente unos 5 kilos y una bolsa de 1 kilo de caramelos, mi abuela cargaba con todo, y en la ahora de pasar a la caja, sacaba uno sus dos pesos, que a decir verdad creo la acompañaron toda la vida.
¾     Tenga señor
¾     ¡Que!
¾     Lo de los dulces y las galletas
¾     ¿Acaso te estoy cobrando?  Anda. ¡Ya!  vayase, vayase.
¾     ¡Gracias don chino!
Niños, denle las gracias a don chino
¾     gracias señor! Se escuchaba de todos los chamacos en son de coro
¾     Si, ya vayance que me espantan los clientes, (decia con una sonrisa en el rostro el dueño de la tienda) …

¾     Má! Deme pa mi pulque
<<ese maldito pulque el cual la tenia en agonia en ese momento, ese maldito pulque que le tiene en agonía en este momento, ese maldito pulque que me tiene enbriagado en este momento>>

Mi abuela nunca entendio, si y esque la vieja era terca, después de haber caído varias decenas de veces al hospital, ya le habían alvertido que, si segia tomando se la iba cargar la chingada, el doctor era duro, de carácter recio y asi se lo habia manifestado, ya le había diacnosticado sirrosis en el hígado, hidopresia y se le había reventado la ulsera varias veces.
Recuerdo esa esena como las mas aterradoras de mi vida,
La vieja gomitando, en todo el piso cuajarones de sangre.
el piso se cubria de rojo, un piso de color amarillo ocre y rojo, lo rojo del piso no se distinguia, solo se distinguia las partes de amarillo acre manchadas de sangre, cuajarones de sangre de sangre por doquier.
Déjenme decirles que no era nada agradable ver eso, no para un niño de entre 6 y 7 años.

Muerte en el aire, rojo y amarillo, y más rojo en el frio del concreto.
Vida arrancada en el último suspiro.

Pero aun asi mi abuela nunca entendio.

¾     ¡Mamá!  deme pa mi pulque ¿hora quien me va dar pa mi pulque?
Le decía mi padre a mi abuela, soteniendole las manos esqueléticas, moribundas.
¾     Mamá, Deme pa mi pulque
Y entonces mi abuela señalaba una cajonera de carriso.
¾     ¡Ahí! Ahí, en mi babero tengo unos sentavos.


Veía la cama, esa misma cama y me parecía un déjà vua, hora el alquilino no era mi abuela, era mi padre el cual había remplazado al anterior de esa cama, a la otra, aquella a la que había sido su madre, la vieja que había fallecido en la cama años antes por la miama causa y que hoy al nuevo inquilino tenia postrado de la miasma forma.

<<Siento el cuerpo pesado, sé que es por el alcohol, también siento la mirada de mi madre que está al otro lado de la cama, he notado que me mira desde hace un rato, me mira cada que bostezo, quizás piense que es de cansancio, yo sé que no, es por los pulques que me he tomado antes de venir aquí.>>
¾     8:07 p. m, pá, Tu papá
¾     8:07 p. m, Tu pá
8:10 p.m, En mi cabeza había cosas, me llegaban ideas de cuando había pedido que mi padre mejor se muriera por todas esas vece de humillaciones a mi madre y a mis hermanos, esa mala vida que nos había hecho pasar, pero otra voz en mí, me hacía pedirle a Dios, rezaba plegarias para que mi padre se recuperara.
¾     8:12 p.m, pana, pana. - un suspiro se escuchó en la estancia que parecía haberse quedado en completo silencio
¾     8:13 p.m, pana, ya pasé!

La habitación se hacia mas grande, mas de lo que recordaba.


Eran como las 6 de la mañana, cuando mi madre se acerco a mi ventana pa despertarme, pa decirme, llorando que mi padre ya no se movia y no respiraba, me lebante de un salto de mi cama y corri al cuarto de mis padres, pero cuando entre a la habitación ya no se movia, su rostro estaba palido y su mirada perdida con unos ojos muy habiertos y opacos. Le toque su pecho y aun estaba caliente, pero ya no se movia.

¾     Que dios te bendiga a donde vas Helimenas, ya nos dejaste.
Si no pediste perdón a tus hijos a tu mujercita, que dios de perdone a dónde vas.
Si hiciste algún mal, ya lo pagaste.

Mencionó la curandera del pueblo, haciéndole una Cruz en su frente y tapándoles los ojos y la boca al muerto que yacía en esa cama inmensa.

Eran como las 2de la mañana y me desperate porque se quejaba muncho. Me decía mi madre con lagrimas en los ojos.

¾     ¿Que tienes?
¾     ¡Me duele todo!
¾     Pero ya no te puedo dar nada.

Me levante de la cama y ensendi el foco de luz amarilla que colgaba del techo del cuarto.

Lo miré ahí, sus ojos estaban muy abiertos y muy claritos, entonces al verle su mirada me empezó a dar miedo, sus ojos dejaban mostrar una profunda desesperación, parecía que quería salir corriendo, pero no podía, aun con el miedo que me daba, pero aun así me armé de valor para hablarle.
¾     ¿Que tienes?
¾     ¡Me duele todo!
¾     Hay, madre de Guadalupe,
hay madresita santa.
 Dijo, dejando salir un suspiro entre cortado.

Al verle, y al mirar que le dolia todo por la expresión que dejaba escapar de su rostro decidí darle otra pastilla, aún cuando tenía poco que se la había dado, entonces le di una su pastilla, no le tocaba, pero se la di de todos modos, para que lo aliviará un rato.
Apague la Luz y me acoste a su lado, en silencio.

Se empezó a mover, que tienes, nada, solo quiero moverme. Lo moví, poniéndolo en la posición que me digo, y me quede de nuevo en silencio.
En esa oscuridad de la habitación tuve la sensación que lloraba en silencio, y creo se la pasó asi, llorando toda la noche, hasta cuando escuché que ya no hacía ruidos, yo pensé que era porque se había quedado dormido, como en otras ocasiones,

Entonces pasé mi mano por encima de él sin tocarlo, pa percatarme que respiraba, hice otras dos veces lo mismo, en mi cabeza pensaba en tocarlo o moverlo, pero no quería despertarlo, si es que estaba durmiendo, preferiría que durmiera y no quería inportunarlo.
Me quede asi, despierta con esa idea en la cabeza, entonces miraba que atraves de la ventana se filtraban un haz de luz, un haz de luz procedente del foco de la calle, entonces habri por completo la cortina pa que iluminara el lugar, ahí donde estaba el, pa ver si respiraba, pero no, ni con la luz podía observar si lo hacia.

Entonces empecé a decirme en mi cabeza.

Señor, si me lo vas a dejar otro rato, alívialo, si no es así, por favor, llévatelo, llévatelo porque está sufriendo mucho.

Por la mañana me levanté sin hacer movimientos bruscos en la cama, pa no despertarlo, salí del cuarto, eran como las 6 de la mañana, todavía no amanecia, después regrece al cuarto y le hablé sin prender el foco.

¾     Burro
No me contesto, pensé que dormia, pero no escuche ruidos.
¾     Burro
Volvi a hablarle pa ver si me respondia.

Entonces ensendí el foco y noté que ya no se movía, tenía sus ojos abiertos, pero ya no tenía ese brillo como el ultimo dia que lo device.

SUS OJOS TENÍAN UN brillo como de vida, eran brillantes y parecían hablarme, me acuerdo perfectamente, entonces quería hablar con el, hacer lo que mi madre me había dicho, arreglar las cosas, hablar un rato pa pedirle perdón si lo había ofendido, pero no, no lo hice, no por orgullo, no lo creí conveniente, pensé que iba a estar bien, sus miradas tan claras me hicieron pensar que estaría otros días con nosotros, por eso no le dije nada, no le dije lo que quería decirle.

Pero ahora lo veía ahí tendido, con su vista opaca, con sus ojos abiertos y sin vida mirando a la nada, mi madre me decía que ya no se movía, que ya no respiraba, pero yo no le creía, lo quede mirando y sentia al ver la cobija  que le cubría su pecho, creía ver que aún respiraba, pero no, me disian que ya no, pero seguí creyendo que respiraba hasta cuando el médico del pueblo dijo que no, que ya no, que ya no lo hacia, que había fallecido ya hace horas.

No sabía qué decir.

¾     ¿Hora que vamos hacer?
Me decía mi madre.
¾     ¿Donde lo enterramos?
¾     Pus no queda de otra que enterrarlo en el lugar donde quedo su hermana, su padre y toda su gente.
Pero era reciente que habíamos echo el entierro de su hermana, tenía apenas unos años. Pos ya ni modo, es el único lugar, porque pa comprar un espacio se requiere sentavos y pues ni pa la caja me alcanzaba.

Pues si, así le hicimos.

Me jui a buscarle su cajita y su ropita pa tenderlo pa que no se me pusiera tieso, le compré una su cajita de las más baratitas, porque no tenía dinero, hasta una parte la pedí fiada.



Pero tal vez si se había portado mal el viejo, muy mal y dios no lo quería recebir, si, porque se murió tal día que no había cura en el pueblo, naide quien le hiciera una eucaristía, naide de las rezanderas o rezanderos que le echará uno su rosario, uno su ave María.

Entonces juimos a ver al rezandero Mario que siempre resaba en el pueblo, solo por una botellita, pero nada, me cuentan que no podía, es más ni estaba, juimos a ver a doña Brijida la rezandera más vieja del pueblo y nada, no estaba, que disque andaba en México con uno su enfermo, entonces se me figuraba que tal vez si dios estaba enojado con el, y no lo quería recebir, juimos a ver a Pedro el más joven de los rezanderos y nada, que no podía, que disque no podía porque ya estaba de sacristán en la iglesia del pueblo y por eso no podía.

¾     Valaya sea!

Pa mi, hasta se me figuraba que se habían puesto de acuerdo pa no resarle a mi padre, Pa mi que lo hacían nadamas de mala voluntad y no querían resarle uno su rosario uno su ave María  a mi jefe. Juimos a ver a todos los rezanderos y resanderas, y nadamas no, no querían porque disque no podía o no estaban.



Entonces lo veía en la caja y parecía escucharlo respirar. Pensaba que en algún momento habriria los ojos.

Pero no, no pasó. No paso.

¾     Ni modo, ya te fuites. Nos dejates, vete tranquilo, si ofendiste te perdono, si te ofendí, perdóname, vete tranquilo y espéranos allá, si no procurates en vida a tu familia, desde allá cuídanos, en especial a mi madre que fue la mejor de las mujeres para ti.

Entonces pensaba en el ahí abajo, en esa caja de madera, metido en ese hoyo, tres metros bajo tierra.

Eso me daba muncha tristeza.
Entonces atrape uno de los gallos pa ponerlo bajo su caja donde estaba tendido, pero pinche gallo no canto en la mañana, pero aun asi, sin el canto del gallo me levante temprano, Me jui al cementerio, para hacer la fosa trayendo en la cabeza que no es bueno que los hijos les hagan la fosa a sus padres porque se los jalan con ellos, pero ni modo, ya ni modo, si no hay quien, ya ni modo.

Ya en el cementerio pensaba que yo solo escarbaría el ollo pa meter a  mi padre, pa enterarlo, aunque la creencia del pueblo nomás no, un hijo nunca le hace su fosa a sus padre,

Entonces busque la tumba de sus gentes, pa escarbarla y cuando iba empesar a escarbar escuche una voz,

¾     Hijado! no hagas eso hijado, los hijos no deben hacer eso, eso déjalo a alguien más.

y me quito la pala pa escarbarle, y uno, y otro empezaron a llegar, algunos amigos de borracheras de mi padre, otros vecinos y algunos sobrinos.


A LO LEGOS, a unos escasos 700 metros desde lo alto del cerrito, noté que de la ventana y de la puerta de la cocina salía luz, pensé que era como otras ocasiones en las que solo el foco le habían olvidado apagar, en ello los ladridos de los perros, presentes. Gauf, guauf, guaf, ladran como si yo, fuera un intruso.
¾     ¡Perros tontos!
Grito al acercarme a ellos, cesan sus ladridos, pues me han reconocido, se acercan a mí, metiendo la cola entre las patas, encorvándose y terminando bajo mis pies, con esta acción pretenden obtener mi perdón, pero esta vez no será tan fácil, estiro el pie dándole a ambos perros en el culo.
Entre chillidos corren a ponerse a salvo, terminando refugiados bajo los nopales que constituyen fracciones de la cerca…
El patio yace en completa oscuridad porque el foco se fundió hace dos semanas y no me ha dado tiempo reponerle, tendría para ello que caminar hasta la tienda del pueblo, cosa que me ha dado flojera porque dicha tienda está a unos 15 kilómetros de distancia.
Está lejos, y no hay trasporte pa allá, bueno, aquí no hay muchas cosas, uno pa ir al pueblo camina por las veredas del monte hasta encontrarse con el viejo camino que lleva hasta Santiago, y uno lo camina ese camino polvoriento hasta llegar al centro del pueblo, por eso la gente no va por solo un foco, si uno se va cansar es mejor ir por recaudo o varias cosas que se necesiten ¡Pa que valga la pena!
Esta mañana amanecí con el entusiasmo de ir al pueblo por el foco, lo confieso, pero al ver que el tiempo que estaba medio feo y brisnando un poco, me ha dado mejor por meterme de nuevo en el petate y acorrucarme más en las cobijas, si eso hice.
¾     Este tiempo, solo juega con el sentir de uno, pero más pal campesino.
Desde que llegué aquí abuela, nada que llueve, los días nublados, pero nada que llueve, brizna un poco y es todo lo que cae. Quizás por eso las mariposas no llegaron, no hubo flores y no llegaron.
¾     Usted nada más piensas eso, ¡Ummm!  yo no he visto mariposas desde hace muncho tiempo, y menos agua de lluvia.
¾     Duérmase otro rato, y luego le pongo unos su café.
¾     Ya no importa, pero no importa, no en este momento.
¾     ¡Ummm! No diga eso, apenas está empesando la mañana, esto es otro día, haber que dios dice, quizás nos mande lluvia.
No sabía porque, pero a pesar de haber vivido en esas tierras mi abuela se aferraba al echo que algún día volverán las lluvias al Valle, yo llevo escasos meses aquí y no creo que llueva.
Desde donde estoy parado, está oscuridad tiene algo de hermoso, gracias a ello se pueden apreciar una que otra luciérnaga que danza alrededor de los mezquites, pero es raro, ya no es su tiempo, recuerdo que de chamaco en los meses de julio y agosto se re que te llenaban los mezquites de miles de sentellas amarillas, hoy no es así, hoy todo se a perdido.
 Al atravesar la cerca que dividía el camino del patio, y al llegar a la casa, me asomo en la puerta de la cosina, viendo a mi abuela sentada a la orilla del fogón.
Mi abuela en esos momentos reblandecía un trozo de pan seco en las brasas.
¾     Buenas noches
¾     Mö'kjä!
¾     ¿Si agarro uno su liebre, uno su ardilla?
¾     No abuela, no hay nada de eso, ya no hay como antes.
¾     ¿Entonces donde anduvo todo el dia?
¾     Por ahí abuela, por ahí, solo quería perderme, alejarme por los campos sin saber a dónde ir, queria perderme en la inmensidad del acre y del azul.
Como esas gotas del roció que aparecen en las mañanas y que con el calor del sol se pierden en las costras de la tierra.
Pero no abuela, había una especie de demonio que no me dejaba ser, no me dejaba continuar, aparecía y me devoraba.
¾     ¡Hay Diosito! No mencione a ese en la casa, dios no salve, pa mi que ya se echo uno su pulquito, por eso anda devisando animas.
Me decía mientras se persignaba y escupía al piso de tierra.
¾     Pos si, pa que le voy a mentir, me eché unos litritos, con don Galindo, me lo encontré en el camino cuando iba por el foco a la tienda y me invito a su casa, venia de raspar uno sus magueyes.
¾     Mmm! ¿Y el foco? ¿Si lo compro?
¾     No abuela, ya mañana.
¾     Mañana, mañana, lleva dos semanas diciendo lo mismo,
La nana blanca que pende sobre nuestras cabezas, agonizaba, opa-cando su brillo, cediendo ante el humo procedente del fogón, mientras la mirada de mi abuela, expectante reposaba sobre la olla de café que estrechada por los brazos de Maka Xita Sibi, ha llevado a un estado de efusión el líquido vertido en su interior.
¾     ¿Quiere uno su café?
¾     ¿Quiere uno su café?
Sabía que me hablaban, pero en esos momentos mi mente no estaba ahí, seguía sumergida en mis recuerdos, y en otros no tan propios.
¾     ¿Que si quiere uno su café?
¾     ¡Mande!
¾     ¿Que si quiere uno su café?
Me dijo en un tono de cómo a quien se le ha terminado la poca paciencia que tenía.
¾     Si, claro que si.
Sentada en un pedazo de ñomfi que funjia como asiento, en ese ambiente asfixiante por el humo que pica en los ojos y que hace lloran sin motivo de dolor o duelo, mi abuela aparentemente parecía tener inmunidad al humo asfixiante.
¾     ¿Entonces si quere un poco de café?
¾     Si abuela, pero yo me sirvo
¾     No, horita se lo sirvo yo, shiéntese, ahí hay uno tu banco.
Me senté ceca de la puerta para respirar un poco, me sentía asfixiado por el humo, mis ojos lloraban en esos momentos, pero apesar de ello trataba de mirar a través de la puerta del jacal de penca y piedra, miraba a lo lejos, y a cientos de kilómetros podía ver una que otra luz en las faldas de los cerros.
Entonces mi abuela se incorporó mostrando una espalda arqueada por los años, tomo la olla de café con ambas manos y en un acto de habilidad quirúrgica vertió un poco de café en un par de jarros de barro, que yacían en el piso de tierra, tomo un pedazo de pan seco que antes había reblandecido en las brazas del fogón y me lo dio, acompañado con uno de los jarros, dándome el que aún conservaba la oreja pegada a el, los tome y ella volvió en seguida a su banco improvisado.
Quizás noto mi mirada insistente al valle porque escuche decirle;
¾     Mmm!  Si papá, tú lo ves, estás tierras son muy tristes
Tomando su jarro en las manos mostro las rugosidades de su piel que parecían resaltar con el esfuerzo que hacia al sotenerle, era como una metáfora de su vejez.
murmuro cosas en otomi dándole pequeños sorbos pausados al café, levanto su mirada y me sonrío, le escuche decir entonces.
¾     Pero uno se acostumbra a esto, uno aprende a vivir aquí.
dándome cátedra del tiempo que había vivido en ese lugar.


“Un suspiro pende en el aire y el silencio como carroñero nos asecha.”


YA TENGO 8 MECES AQUÍ, y las mariposas no aparecen. Me digo que no aparecerán porque ya no es tiempo, tenían que aparecer en primavera, despuesito que los aguaseros reblandecieran la tierra, dejando su jugo en el valle, pintando el mezquital de verde, llenando al campo de flores, asi como lo recuerdo en mi niñez, pero no, no aparecieron, ni las lluvias, ni las flores, y es por eso que las mariposas no llegaron.
ya tengo 8 meces aquí, y lo recuerdo bien porque mi llegada coincidió con el funeral de don Audelino.
Era 12 de marzo cuando había llegado de la capital y caminaba las veredas que conducen a distintos lugares, por entre los matorrales, magueyes y de más...
¡Era hermoso!
Escuchando nada más que el viento que surca los campos áridos, y rara vez, una canción a la distancia.
Era como un déjà vu, pero cada que me reencontraba con mi pueblo, parecia reencontrarme y escuchar en voz alta mis pensamientos.
Miraba a lo legos el humo que salia de las casas donde posiblemente en el fogón yacía una gran olla de café, sostenida en dos barras de metal puestas sobre dos grandes piedras, asi lo recordaba. Posiblemente a mi abuela reblandeciendo un pedazo de bolillo seco en las brazas de fogón.
Cminaba y pensaba.
Yo venía entonces de la ciudad, donde la modernidad se había tragado todo, pero aquí no, miraba esa neblina que siempre bestia de inocente blanco cubriendo el mezquital, y mas alla las molenderas que regresaban, entre el camino donde las piedras ruedan entre sus pies descalzos y el alba moría lentamente con los primeros rayos de sol a sus espaldas.
Aquí la modernidad no se había tragado nada, el sol era lo que se comía todo.
Recordaba y veía esa neblina que cubría todo el mezquital, eso me traen buenos recuerdo. Me decía mi abuela “No se olvide de mi pueblo, regrese, regrese cuando pueda, para vivir lo que se ha perdido en la ciudad”
Y estaba de más que me lo dijera, ya lo había visto con mis ojos y no me lo arrancaría por nada del mundo.
Entonces esa la neblina dejaba solo ver las siluetas borrosas de los magueyes y mezquites, que yacían entre los matorrales.
Recordaba mi tierra que olía, y como tanto me decía mi abuela, nunca le olvidaba.

¡Por alla!, en mi pueblito.
Entre campos áridos, entre cardones, mezquites, por allá
entre las piedras y demás.
¡Por alla!, entre el olor del pulque y el humo del fogón.
¡Por alla!, entre el olor de la olla de café y del pan seco
reblandece entre las cenizas y
 brazas.
¡Por alla!, entre las risas descaradas del viejo guarro, por
entre las milpas desgarradas de colores agrios.
¡Por alla!, donde se huele la tierra seca,
¡Por alla!, entre el aroma a tierra mojada por la lluvia.

<<Y sí, así fue, muchas fueron las veces que regrese para caminar por el monte de mi pueblo, siempre pensando en mariposas; me decía; quizás yo era la única que ve lo bello de su belleza descarnada y seca.>>

Seguia caminando, y a lo lejos cuetes que irrumpen, dirigiéndose al nublado cielo, con estruendoso trueno la soledad que imperaba queda irrumpida.
Esa tranquilidad de la cual disfrutaba se vio mermada.
Al llegar a la cima, desde la loma, se mira que no son cuetes de fiesta, entonces a lo lejos, por el camino de terrecería alcanzo a devisar una procesión de un muerto.
se ve un remolque tirado por un burro, a la vez el burro es arreado por una mujer encorvada vestida de negro de los pies a la cabeza, posiblemente era la viuda. en el remolque una caja de muerto con una corona de flores y por lo que alcanzo a devisar desde donde me hayo, es el único arreglo floral del difunto, una banda pueblera, conformada por tres tipos le siguen, uno con tuba, el otro con guitarra y uno mas con acordeón, detrás de ellos no más de 8 personas, ¡Todo el pueblo, creo!  la mayoría de ellos ya mayores de edad, puesto que los más jóvenes han emigrado pal norte o pá la ciuda.

¾     Mi dejaste maldito viejo, mi dejaste, si habíamos quedado que nos iríamos juntos, juntos como muéganos y si juera posible en el mismo cajón, esa era tu promesa ¿Hora que voy hacer sin ti?  si no mi muero de enfermeda, mi muero de tristeza, mi dejaste, mi viejito chulo.
Se escuchó decir, entre soyosos de la mujer.
¾     ¡Hora! ¡Hora! Camina, maldito animal, burro, burro como tú dueño qui llevas como bulto.
Grito la mujer al arrear el animal, golpeándolo con furia con un pedazo de cincho, como queriendo desquitar con esa acción su dolor con el indefenso burro.
Al acercárme más, pude darme cuenta que era la mujer de don Audelino, doña Lazara, al pasar frente a mí le saludé, pero no respondió mi saludo, haciendole honor a su apodo. El muertito, era don Audelino, el tlachiquero del pueblo, su féretro, era de madera cruda, sin trabajar ni nada, se veia áspera, tosca, pintada de color negro mate, de la cual solo resaltaban los clavos de color gris plateado, que sostenían unidas las maderas del féretro.
La cajita modesta, pobrecita como la vida que vivió el viejo, posiblemente se la había echo el carpintero del pueblo, y hasta puedo asegurar que la construyo con los materiales más baratos o retazos de madera que tenía derrumbados por ahí, y esque los viejos no eran de muchos centavos, y talvez no le alcanzaba a doña mala para ese estuche pâ ricos, como se lo escuché decir algún día.
Cuando pasaban frente a mí, entonces centre mi atención en los integrantes de la banda, el que toca la guitarra se ve viejo y muy cansado, sus zapatos se miran rotos y degastados, pero es el único de los tres  que usa zapato cerrado, los otros dos traen guarache cruzado que con el polvoriento camino ha dejado los dedos de su piel blancos y cuarteados,  pero lo que mas llama mi atención y hace denotar su miseria son sus trajes, los pantalones  de color azul rey y sus chaquetas rojas se miran desgastadas y descoloridas por el sol.

¾     ¿En que esta pensando? ¡ni me escucha!  le estoy hable y hable y ni me pela.
Escuche decir de don Chon, tío de Lupe con quien mi abuela es comadre.
¾     Discúlpeme don Chon, dígame.
¾     Vámonos.
el ultimo de la procesión en su andar igual me dirige la palabra. Es don Epifanio.
<<El viejo encorvado por la edad y con bastón, pero a pesar de ello, y con su edad siempre se lo mira salir de su casita, muy temprano pa la tienda, "pa echarse una su cahuama".>>

¾     Joven, buenas tardes
¾     Buenas tardes jefe, ¿como esta? Le contesto
<<Me hacerco a él, le saludo y le beso la mano, es una acción que en el pueblo es muy frecuente verlo, es una acción de respeto, pa los viejos, pero que con el tiempo ese respeto se ha ido perdiendo al igual que la tradición. >>
¾     yo estoy bien, bien en lo que cabe, al menos dios nos ha dado licencia pa llegar hasta el día de hoy.
siguió caminando y a unos escasos metros se para, voltea la mirada y menciona,
¾     ¡Hora!  que no vas? vamos a acompañar a don Audelino que acaba de morir.
Con el bordón en la mano reafirma la invitación.
¾     No don Epifanio, tengo que terminar de llegar a su pobre casa, tengo que estar con mi abuela, tenemos que estar en la alcaldia del pueblo, para arreglar uno asuntos. le respondo.
¾     Que me perdone don Audelino y doña mala, pero no voy a poder acompañarles.
¾     Bueno ay será pala otra - Escucho mencionar entre risas a don chon.
¾     ¡Va!  pa la otra? ¡va! Como si nos muriéramos dos veces.
Pa la otra.
Mientras el féretro seguía su andar, don Epifanio quien se había quedado unos pasos por hacerme la invitación, enseguida camino, pues se había quedado muy atrás.
¾     Bueno, luego nos miramos, me voy, me voy si no me dejan.
Retomo su camino y escuchándole decir, murmurando entre dientes, riendo disimuladamente.
¾     Bueno, talvez en el próximo entierro, del próximo defunto, espero no sea yo. Dijo, dejando soltar una gran carcajada.
Ellos dirigiéndose al cementerio, y yo a mi casa, ambos dándonos la espalda. Camine, pensando en el difunto,

Sentí nostalgia por don Audelino, miré a mi alrededor, y en ese lugar tan desolado en el que estaba, por alguna extraña razón en ese preciso instante, sentí un frío helado recorrer mi cuerpo,

De repente detube mis pasos, sentía el peso del difunto, aquel viejo que olía agrio, agrio como él pulque que vendía y el cual muchas veces entre las borracheras me había fungido como confesor de mis sentires. Era un día nublado, y entonces eche marcha atrás para alcanzar al cortejo fúnebre, a pesar de que habría querido no asistir sentí el deber de hacerlo.
Apresure mis pasos para emparejarme con ellos.
Un viento efímero llego del norte arrebatándole el sombrero de palma de ala corta de mi cabeza, el sombrero voló y rodó hasta terminar enfrente de las patas del burro que arrastraba el féretro, la prospección se detubo y la banda pueblerina cayó su música.
Todo quedó en silencio, el burro agacho la cabeza, tomando el sombrero con el hocico y masticándolo enseguida.
¾     ¡Burro tonto!  se escuchó decir de doña mala
El animal tenía hambre, se miraba en su complexión casi esquelética.

¾     ¿Y entonces, te has animado a acompañarle?  cuestionó don Epifanía
No dije nada, solo acerté con la cabeza
Me acerqué a doña mala quien ya alistaba el sincho para darle al animal
¾     No haga eso doña mala, no es culpa del animal, don Audelino lo ha detenido, el le ha puesto el sombreo en el hocico al burro, miro que venía atras y se detubo pa alcanzarle, el habría querido asi, el habría querido que lo acompañara.
Solo ha de lamentar no haberse ido en un día sóliado, así como en tantas veces me lo dijo.
La mano que sostenía el sincho disminuyó la fuerza con la que era apretado, y sediendo cayendo la punta del mismo hasta terminar a un costado de su rodilla de la viuda, se escucho el gran silencio en el valle, solo el viento se sentía en la cara, de todos los presentes solo se sentía la presencia de don Audelino.
El burro dejó caer de su hocico el sombrero que masticaba, se había quedado inmóvil y con cautela y respeto me diriji a recogerlo, cuando me agache doña mala mencionó.

¾     Si, ya sentía su muerte, y me lo dijo munchas veces, pero no le creí, pensaba que me lo decía por los pulques que se echaba.
Levantando su velo negro se miro las lágrimas recorriendo sus mejillas, unas megillas arrugadas, ennegrecidas por el sol.
Me puse el sombrero aún cuando esté estaba babeado por la peripecia del animal.
Yo no sabía más que decir en esos momentos
¾     ¿Entonces te lo dijo? Artículo la pregunta, con una voz entre cortada, pasándose un gran trago de saliva
¾     ¿Que doña mala?
¾     Que odiaba los días grises.
¾     Si, era algo en el que ambos coincidíamos, los días nublados son tristes
¾     ¿Entonces conocías mi Audelino?
¾     Si, y lo estimaba al viejo.
Seco sus lágrimas de sus ojos y mejillas, exalo con gran fuerza dejando salir el aire de sus pulmones en un gran suspiro.
¾     Pero que le vamos hacer, ya se nos adelantó.
¡Hora! Anda burro
Al escuchar esto el animal y sin golpe alguno retomó su andar.
Continuamos así el camino de terraceria, hasta que el viejo Epifanía que iba a un lado de mi, para quebrar él gran silencio le escuché decir
¾     ¡Se ve que llover!  bueno, será bueno pa la milpa…

Yo entré mí mismo esperaba que fuera así, y camine con esa idea en la cabeza, tenía la certeza que si llovía el mezquital se iba llenar de verde con muchas flores y de miles de mariposas de colores, había venido para eso, pa casar mariposas como cuando niño. Pero pensaba en la última ves que les vi en el campo, ya eran muchos años y nada, y eso era por las sequías en el campo.
mmm! fue aquella ves que se cubrió la tierra de rojizo, la última ves que les mire en todo el valle.

Cortina blanca fragmentada en mil pedazos
entre colores agrios y risas de nostalgia.
<<Mi madre en el campo, con mariposas blancas por doquier.>>

YO ARRIABA LOS CHIVOS, por allá detrás del monte, en el Bravo que le llaman, en aquel lienzo grande donde antes sembraban muncho maíz, pero habían 2 años en el cual solo le habían dejado crecer la llerva y empezaron a usarlo como tiradero de istiercol, había mucho montículos de y istiercol, uno podía subirse y estaba firme como roca, pero quizás por dentro eso estaba fresco, cuando llovía los jugos de esas costras gigante, de esos grandes montículos, formaban charcos de excremento líquido en sus faldas, y apestaba, pero eso hizo reverdecer al pasto y las flores  y es por eso que iba ahí a pastoreas, habían muchas flores y miles de mariposas de colores, pero un día, amaneció el lugar lleno de muchas bacas muertas, nunca supimos quien las tiro ahí y el porque de tantos animales muertos, y con el tiempo y con el calor esos cuerpos de animales inertes se inchavan reventándose, entonces olor en el lugar era nauseabundo,  y entonces paso poco tiempo pa que el lugar se llenara de perros hambrientos que desgarraban la carne putrefacta, habían bacas con los intestinos por fuera, con hoyos tan grandes en el estomago que se miraba salir perros de esos estómagos muertos, esos cuerpos fusionados eran quimeras, eran cuerpos muertos pariendo perros pintados de rojizo, el olor era insoportable, los perros ya no eran perros blancos o amarillos, eran perros rojos pintados  por la sangre de la muerte que al secarse al sol se volvían como chacales negros.
entonces los jugos de los cúmulos de istiercol y los jugos de los cuerpos de las bacas en descomposición formaban charcas de excremento líquido y jugos de una cosa que parecía sangre color rojo obscuro. Pero aún así las flores crecían y las mariposas andaban por doquier, era una dualidad, por un lado, el campo que estaba lleno de escremontó y muerte pestilente con miles de moscas produciendo un ruido parecido a abejas y so pilotes que volaban arriba en mi cabeza, y por el otro lado un verde cubierto de flores y mariposas de colores.
Cuando todo se secó, aquellos perros volvieron ser ambrientos, muchos se quedaron tratando de sacarle lo más que podían a los huesos secos, y ahí se quedaron aun cuando ya no había que comer, y sin comida esos perros quedaron en puros hueso, habían engordado y ahora morian al no encontrar que comer, y entonces los que murieron murieron y sirvieron de alimento pa los otros perros que vivían, al final se comieron unos a los otros.

Pero esa ves fue la última vez que mire el valle verde, fue ese último año que se vieron las lluvias en el mezquital.
Mi abuela me dece que ya no llueve y las mariposas se alejaron porque el amo se enojo, porque ofendieron la tierra con tanta sangre del animal sagrado.

había mucho verde y miles de mariposas, pero apestaba algo en el aire y eso era muerte y eso el mezquital no lo soporto….


Capítulo 3

HOY ES 17 DE OCTUBRE y el dia de muertos ya viene, lo se no por la fecha, lo se porque mi abuela la he encontrado llorando de tras de la nopalera.
mmm! Y siempre es asi, cada que llegan estas fechas se pone un tanto plañidera.

Hoy se despertó mas temprano de lo habitual, a las 5:30 de la madrugada, escuche que la llave del patio derramaba agua, me levantado a cerrarle, por lo regular me despierto al escuchar cantar el gallo, hoy no fue asi...

Ya viene él día de muertos, con sus olores a somerio, a cempasúchil, a copal y pan de difunto.
Son días que se sienten y que a mi má le duelen muncho, no lo dice, pero lo sé, hay ocasiones en esos días que la he escuchado llorar detrás de la nopalera, a veces pienso que es por la falta de mi apá, mi tatá al que no ha dejado ir y por lo que no soporta esos días.
¾     ¿qué tienes má?
¾     ¡Nada madre! nada.
¾     ¿Extrañas muncho a mi apá verdad?
¾     No madre ¿y tú, le extrañas?
¾     Sí, muncho, recuerdo que cuando vivía le daba una su caguama un su dinero, no sé si recuerda má que toda la familia se reunía abajo del mezquite, nomas pa' pasar el rato.
¾     ¡Hay madre!  me vas hacer llorar recordando esos días de alegría. Me acuerdo que munchas veces venían al año tus tillos y mis suegros, tus hermanos, pero ya no, no sé qué les cayó en su plato, todo eso se siente feo, me tratan como un tsaty’o.

Mmmm! la verdad es que casi no le visitan porque hace unos de esos dramas que a naiden les gusta devisar, sé que no es su culpa yo igual extraño a mi apá. Sin pensar mucho es algo en lo que, si coincido con mi amá, si se siente su ausencia aun cuando no lo reconozca mi madre.

A mi amá, muchas veces la he escuchado, diciendo que está enferma y hasta dice sentir que el corazón le falla por tanto dolor. Mmmm,
¡Inventos, puros inventos!
Ella cuenta que la muerte pronto le va a llevar, pero diosito no cumple caprichos y ella lo debe de saber, no le hace justicia porque aún no le toca la hora y llora, llora muncha por eso. a beses pienso que los dolores que dice tener son dolores que se inventa, pura invención de su cabeza nada más, pero hay veces que me pone a pensar seriamente, dudando de mi sentir, como la vez que la incontre que regresaba del monte, bien triste y decaída con un racimo de Pest'o, pirúl, manrrubio y ruda. Disque pa' hacerse una limpia, quezque pa' que le deje de doler el pecho, porque según ella traía fuerte aire, que disque loa había agarrado la mala hora.
Lo que si se aprecia es que la muerte de mi tatá le volvió un tanto plañidera.
<<Desde ese día que don Higinio discutió con mi apá y que hizo que le fallara él corazón, ¡si! su corazósito que ya estaba muy cansado de tanto coraje de mi hermana la mayor>>.
Recuerdo que todos hablan de ese 3 de septiembre, a ciencia cierta no se sabe que paso, lo único que se dice por ahí, porque la gente argüendera así lo cuenta, es que discutieron por mi hermana, decía que disque lo había burlado!, eso es lo que dijo el tal Higinio, pero no! lo cierto es que se me figura que lo dejo por malo al señor y eso la gente lo sabe, porque lo vio. Veían como llegaba borracho de tanto tomar pulque y empezaba a golpear a mi hermana, dice la gente que hartas veces la vieron salir de su casa sangrando de la boca, corriendo rumbo al monte pa' que el borracho del Higinio no la siguiera maltratando.
¡Puro susto!, pura mala vida pa' mi hermana con ese hombre.
<<por eso en el velorio del Higinio, ni mi hermana, ni su hijo, ni nadie del pueblo estuvieron presentes. Que diosito me perdone, pero;
Ahorita ese viejo ha de estar retorciéndose en el mismísimo infierno, ¡por malo!>>.
En ocasiones pienso que quizá por ello, por tanto, maltrato del Higinio se le ha alejado los hombres y por eso mismo ella es mala, muy mala con ellos, Ha de pensar que así desquita su coraje, ese coraje que trae muy dentro y que le dejo el mentado Higinio.
Pero no, mi hermana está mal, solo se engaña sólita.


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Publicado



Es que me ha agarrado mamuji, nuestro señor, yo sí lo creo., si cuando sueñas que un toro te enviste

Me acuerdo cuando una ves venia de la plaza, había arto lodo en la barranca, había llovido en la mañana, yo traía enfrente mi hija y mi huipil lleno de cosas y con mi garrafón de pulque, y me caí y aplaste a mi criatura, esa ves me raspe mis codos, mis manos, mis rodillas, milagro mi criatura no le pasó nada, regrese a la casa bien chupada  porque se soltó el agua, lo bueno es que no me queme, porque me acuerdo que lleva a cal viva en mi huipil y eso con el agua quema.









J.   



Espantándome las moscas

Ojos  opacos y sin brillo

detonando la huida de la vida.

……………………………………………………………………………………..
víboras en su mirada,
enredadas entre sus piernas.
en su aliento cansado,
moscas verdes saliendo de su boca.
¿y las ratas hambrientas? devorando sus oídos,
devorando su entrañas.

 ¿y la larva?
convertida en gusano,
devorando su carne....