MUCHAS
VECES LOS HOMBRES paren al mundo hijos sin saber cual sera su destino.
Son
las 11:00 pm, me ha sorprendido la noche. Caminando solo escuchando los grillos
del monte mientras unos débiles resplandores de luz de luna me hacían apreciar
débilmente un paisaje oscuro y desolado, esto, cada que las nubes despejaban el
cielo dejando ver la luz.
Los grillos se
escuchaban en todo el Valle, estando parado ahí en medio de la milpa de
temporal, donde este año por la falta de lluvias no se había dado nada, solo unos maizitos
entreverádo con frijol que nada había dado, ahí miraba y escuchaba esos ecos,
voces y susurros de mis muertos, al acercarme más a la orilla una parvada de
palomas salió del mezquital asustadas por mi presencia, en ese mezquital
bicentenario recuerdo columpiarme de pequeño junto con mis hermanos, me cuenta
mi madre que es en uno de esos mezquites en el que ella de pequeña fue
arrullada en una cuna improvisada, fue aquí en este lugar agreste donde mis
abuelos eligieron vivir, al salir huyendo de su pueblo natal por mi abuelo
quien había golpeado hasta dejar moribundo al hombre que entre la valentía
adquirida por el pulque quiso ofender el honor de mi abuela.
Las palomas
surcaron el nublado cielo alejándose del lugar, entre un ruido estrepitoso de
aleteos y sonidos gorjeos, atrás de ellas las nubes se abrieron dejando ver la
luna y un cielo estrellado.
Miraba con
nostalgia esa luna que hoy parecía más cerca de esta tierra agreste, mire con
encanto insólito como se habían iluminado esas siluetas del Valle, siluetas que
antes no tenían forma alguna para mí, el nopal, el mes quite, la biznaga del
Valle adquirieron un brillo mostrando una belleza fugas hasta que de nuevo las
nubes cubrieron la luz de luna.
El frío del lugar
era insoportable, el viento arreciaba moviendo el maiz y los mezquites de un
lado a otro, yo me cubría el cuello con el suéter gris agujereado que traía
puesto, veía el cigarro de mi mano, miraba quela braza se aproximaba a la
colilla, le di el último jalón y lo tiré pisándolo con la punta del zapato
hasta que este se incrustó en la tierra suelta, formando un pequeño cráter que
se tragaba la punta de mi zapato. La tranquilidad del lugar era perfecta, a
pesar del frío que penetraba la carne, a pesar de ello parecía estar solo con
mis pensamientos, en ese instante no parecía importarme otra cosa.
Exhale el humo del
tabaco que antes estaba en mis pulmones, el vapor de mi aliento caliente se mezclaba
con el aire frío, entonces no parecía distinguirse mi aliento entre el humo del
tabaco y el aire frio del campo.
Solo recordaba. Recordaba
cosas, cosas como la vez que mi madre me me control por ves primera con un
cigarrillo en la mano.
¾ Hijo
¿que haces?
¾ ¡Nada
madre! Nada.
¾ ¡Como
no! que traes en la mano. Le escuché
decir con un tono de enojo
¾ nada,
nada má. Conteste de manera tenue, con tono de finjida culpa.
Tire el cigarro y
pedí a ese algo que no sabía que, pá que mi madre no se diera cuenta, me sacudí
rápidamente la ropa y trague tragos de saliva, pero fue el vano, el olor del
lugar y de mi ropa impregnada por el humo del tabaco me delataba.
¾ Te
he dicho que los vicios hacen mal ¿estás viendo y no ves? ves cómo está tu
padre por el vicio y ahí vas tú también, ustedes no entienden ¿que burros?
No
se que traen ustedes en la cabeza que son muy tontos.
no
fumes, cuantas veces se los he dicho, los vicios son malos y nada mas no me
haces caso.
Pero
síguele, eso te va hacer daño, ese vicio te va matar, ese maldito cigarro.
Yo solo me encoji
de hombros tratando de aceptar el regaño, después de un refunfuñar de dientes
mi madre se alejo.
SU RESPIRACIÓN AGITADA se
escucho toda la mañana de ese sábado, el médico del pueblo ya nos había dicho
que no se podía hacer nada, solo esperar, el alcohol que quizo terminarse en su
juventud le había pasado factura, sus riñones e hijado ya no le funcionaban.
Y entonces le
encontré ahí, aún lado de la cama, rezando una plegaria con un rosario en las
manos, con la cabeza a un lado del oído de aquel hombre le susurraba cosas, esa
mujer demacrada parecía ausente aun cuando se podía ver ponerse de rodillas, levantarse,
entrar y salía de la recámara.
Muchas
veces pensé que mi madre dormía con un cadáver, a falta de otra cama.
¡Si! porque apesar que respiraba, aquel hombre ya
no se valía por si mismo, defecaba en la cama y se orina en ella, estaba más allá
que acá entre nosotros los vivos. Eso lo veía.
Y la recámara
entonces se llenaba de olores nauseabundos, se podía oler la mierda y los orines,
y lo peor de todo, se podía saborear en la boca todo eso, eso lo sentía,
entonces habría una ventana pa ventilar el lugar, pero ni así, el olor no se
desaparecía.
Todas las noches
que hemos pasado mi má y yo, ahí, oyendo los quejidos de mi padre porque le
duele todo, me hacen estremecer.
Tenia todo el
cuerpo, todo moretiado, por las inyecciones o por que uno lo movia pa cambiarlo
y limpiarlo, su piel era muy frágil, tantito uno lo hagarraba y se le ponía morado.
entonces en la espalda le empezaron a salirle yagas e incluso pistulas que se
le reventaban y de la cual le salía pus y algo como escremento liquido, cuando
el olor de eso se esparcia por el cuarto uno solo querias gomitar, era algo
como echado a perder. Entonces veía a mi padre, y todo eso que era, el miedo
que en algún momento pudo infundir, todo lo que era ya no estaba. su cuerpo ya
no parecía de un ser humano, era un bulto de cuero pegada al hueso, si, solo
era un cumulo de huesos, inerte, solo un cuerpo del cual se desprendía olores
repugnantes y su vida misma.
“Ojos opacos y sin brillo,
detonando la huida de la vida.”
¾ Yo
por eso ya no me da miedo nada, no me da miedo encontrarme con el demonio en la
mala hora, o encontrarme con alguna anima, ya no me da miedo nada, ver las
cosas que he visto y mirado, o escuchado, ¡ummm! Todo le queda chico. ya lo he
mirado todo.
Me decía mi madre
con lágrimas en los ojos.
Me
acuerdo esa ves cuando lo lleve con el brujo, por alla, cerca del pantion viejo
del pueblo, fuimos porque el insistia que lo habían enbrujado y quería que lo
llevara, el pensába que le habían echo mal, y por eso fuimos. al llegar al
lugar nos espantamos, era un lugar oscuro, lleno de veladoras y ceras
derretidas, había muchas imágenes de la santa muerte, y munchas flores,
entonces lo limpiaron con unas piedras y unas llerva del monte que nos habían
pedido llevar. Si, lo limpiaron al lado de un fogón que estaba en medio de
aquel lugar oscuro. Si, me acuerdo de eso. Si, eso lo recuerdo, el pensaba que
eso lo curaría, por eso fuimos. entonces aquel ansiano barbon del cual munchos
nos habían dicho que era bueno pa retirar los males, empeso a tomar tragos de
aguardiente de una botella, de las cientas que teniaen en el piso, empeso a
retorcerse, poníendo los ojos en blanco, repetiendo palabras de manera
incuerente, no se entendia nada lo que hablaba, solo se entendían las
maldiciones que decía y que repetia una y otra ves, también empeso a eruptar
como aquel que acaba de comer. Escupia a la cara de todos aquel alcohol que no
tragaba, no sabia cuando terminria, pero, paro por un momento, se quedo
estatico, sin hablar ni nada, entonces reacciono, y empeso a hablar de manera
normal, dijo que tu apá traía algo malo, muy malo pero que con la limpia lo
había sacado, echo las cosas de la limpia al fogon, y de las piedras de la
limpia aparecieron culebras que salían de las cenizas, retorciéndose, debajo de
nuestros pies, dejando al descubierto unas brazas al rojo vivo dentro del
fogón, si eso lo miramos.
Y entonces salimos
corriendo, espantados sin voltear atrás.
Pero no, cuando
regresamos a la casa seguia el con sus males.
Sabían entonces que
no lo habían curado, y se puso mas mal por eso, se le veía mal, mas decaído y
dándole mas al pulque.
¡Que mal que le
habían echo! nada de brujería, estaba
enfermo por todo el pulque que a diaria se tomaba.
el espanto nos
quedo toda una semana.
Y ya no volvimos.
¾ Tu
papá, tu papá.
Se
escuchaba decir de aquel hombre de compleción casi esqueletica y que yacía en aquella
cama que parecía tragado por aquellas cobijas tan grandes que se arrastraban al
piso.
¾ Tu
papá, tu papá. Solo mencionaba con una vos atorpesida, casi moribunda,
No sabía que
pensar, era una escena que dolía o quizás no, el rencor por la vida miserable y
de maltrato que nos había dado me hacían querer ignorarle. solo sentia que ya
nos estorbaba. solo el dolor en el rostro de mi madre me hacía recapacitar,
quería sentir lo mismo que ella, pero no podía.
¾ ¿Qué
hacemos, que hacemos?
¿Lo
llevamos al doctor?
Me preguntaba mi
madre.
Entonces no sabía
responderle, lo miraba casi moribundo y los doctores que habíamos visitado nos
decían que ya no se podía hacer nada, solo un milagro lo podía ayudar, además
no teníamos dinero ¿como le haríamos?
pero toda la vida
basflemo y maldijo a dios y a los santos que talvez, pienso, por eso lo habían
abandonado, si, talvez lo estaban castigando, mira cual seria su insolencia
hacia dios que hasta llego limpiarze el culo con una biblia.
Pero cuando caia
en cama, ahí lo escuchaba pedirle a dios que lo ayudara, que lo curara, que le
quitarala enfermedad. Tenia tantas enfermedades en el cuerpo que el mismo
medicamento ya no le ayudaba, le era perjudicial porque su mismo organismo ya
no desechaba lo que no requeria el cuerpo.
Miraba a mi madre
tan aflijida que quería sentir lo mismo que ella, pero no podía, quería
sentirle lastima a mi padre por lo menos en esos momentos, pero ni eso sentia, no
podía, entonces había ideas en mi cabeza que me decían que yo era malo.
Pero no,
¾ Tal
vez ya – y un suspiro muy grande.
Pero sentía dentro
de mi que ya nos estorbaba.
Yo no era malo, no
lo soy, solo que los rencores! Son los que quieren sentir y hablar por mi.
Y esque, los recuerdo,
los rencores eran grandes. recuerdo muchas veces mirar llegar a mi padre
cayendoce de borracho, que literalmente eran todos los dias, esas noches eraran
eternas, puras mentadas de madre, y bajesas a mi madre, recuerdo alzar la voz
para pedirle que se detubiera, pero no, eso parecía encenderlo mas.
Jodiéndome el puñal,
¡Mirando!
Contare en instantes insistentes
gotas de sal
derramando de la cuenca cristalina.
¡Oh!
blancura
Pintada de rojizo.
RECUERDO DE NIÑO ODIAR LA NAVIDAD,
el día de reyes y mi cumpleaños porque me recordaban lo desgraciado que era, en
ese momento no sabia nada, solo me preguntaba porque nunca tuve un obsequio
bajo mi árbol de navidad o peor aún, porque nunca hubo árbol alguno en mi casa.
Odiaba la navidad y el dia de reyes porque
no tenía respuesta la carta que escribía con inocencia y con anhelo, muchas
veces incitado por mis primos a escribirla, recuerdo ver como los demás niños
jugaban con sus obsequios al día siguiente de navidad o de reyes, y yo, sólo
trataba de demostrar que no me importaba, aunque en el interior hubiera deseado
ser yo el de los juguetes, muchos de ellos eran pobres como yo, pero ¿Por
qué a ellos si les había visitado Santa Claus y los reyes? ¿Acaso yo me había
portado mal? ahora entiendo que no, solo que yo y mis hermanos
teníamos un padre que en vez de comprarle un obsequio a sus hijos prefería
gastarlo en sus garrafas de pulque.
¡Maldita suerte la
mía!
“Entonces, metía mis pies en el agua de la
regadera, pa olvidarme de todo.”
Pero aun cuando
odiaba navidad y el dia de reyes, estos días también eran momentos un poco
gratos para mis hermanos y para mi ¡gracias a mi madre! porque gracias a que le
conocía mucha gente, no faltaba alguien quien nos obsequiase algún juguete,
usado, roto muchas veces, pero eso no importaba de niño.
La navidad,
entonces nos devolvía algo, nos agradaba ver esas luces de colores en las casas
del arrabal, las escarchas, esas luces de los fuegos pirotécnicos, de las
cebollitas, de las chispitas, de las velitas derritiéndose en nuestras manos,
ver el arrullamiento de los niñitos dios, los pozoles, el ponche. Me gustaba el
24 de diciembre porque si bien algunos disfrutaban de su cena en sus casas, mi
madre y mis hermanos asistíamos a la posada de la señora Sele, donde era seguro
obtener más de 20 a 30 bolsas de aguinaldos. ¡Claro! si es que uno
se ponía aguzado, y entonces de regreso nos veíamos caminando en medio de la
oscuridad, cada uno con su gran bolsa llena de dulces, galletas, buñuelos, con
un gran plato de pozoles y un vaso de ponche.
Esas noches nunca
nos acompañó nuestro padre porque de seguro se había quedado para embriagarse
en la casa.
CUANDO VES LAS COSAS con unos tragos encima son distintas, sientes las
miradas, el prejuicio de la gente.
¡Gente hipócrita! al final, al final ahí dentro de ellas tienen
lo malo, pero solo cuando creen que uno esta inconsciente, que uno no se da
cuenta de las cosas, sacan lo peor, son como buitres.
¡Obra de
aves!
nido de aves rapases,
de aves carroñeras
¿Y la gente? cumulo de labia, injuriando.
Pero no, el
alcohol no te hace malo, o almenos eso es lo que yo creo, eso ya es de uno, uno
lo trae dentro, y mi padre parecía sacar todo lo malo cuando tragaba mierda,
como decía mi madre, parecía solo tomar y sacar todo el veneno con nosotros.
Uno
toma pa desaogar las penas, según, pero no, si algo he aprendido es que las
penas se hacen mas grandes con el alcohol, con el alcohol todo es distinto, pero
aun asi el alcohol no te hace malo.
Entonces creía ser
fuerte y lo más malo del mundo, pero no, esos rencores que le tenía a mi padre,
al verlo en la cama, en un rato todo se desplomaba.
Me decía
¾ Tu
papá, tu papá.
refiriéndose a mi
abuelo, talvez lo recordaba en esos momentos.
Su rostro
demacrado por la enfermedad, sus ojos borrosos, como de aquel que se le va la
vida, una vista perdida me llegaba en lo más profundo de mi ser.
¾ Tu
papá, tu papá, pace - y un suspiro muy
largo después de eso.
Se le escucha
decir.
¾ Haga,
y un suspiro de nuevo.
ERA ALGO DURO,
miraba la misma esena de la meurte de mi abuela con la situación en la que
estaba hoy mi padre quien ocupaba esa misma cama en esos momentos.
El alcohol del
pulque que había ingerido me hacía ser perceptivo en todo lo que se suscitaba
en en el cuarto, suspiraba, realmente no sabía porque, me daba tristeza, pero
el sentimiento se iba enseguida, era un subibaja de emociones ¿lastima quizás?
no lo sé, realmente no sé qué es eso, o al menos no podría definirlo. ¿El
pulque me hacía ver las cosas realmente como eran? quizás estoy tan ebrio que mis sentidos y
cabeza no saben de la realidad.
7:57 p. m, Estaba
entonces ahí, rayando con los pulgares el tubo cromado del pie de la cama donde
estaba mi padre, en mi cabeza se gestaban preguntas de el porqué ¿porque la
misma cama? ¿porque el mismo cuarto? ¿Por qué la misma enfermedad? Si, hace 16
años ahí precisamente en ese cuarto y en esa misma cama estaba una señora de
avanzada edad, agarrándole el brazo a mi madre, pidiéndole que la sostuviera
porque sentía que caia en un abismo.
¾ Agrarame,
agarrame, me caigo.
Le decía mi abuela
a mi, madre.
Todavía lo
recuerdo.
Mi abuela en ese
entonces estaba agonizando, todo por el mismo vicio que hoy tenia a mi padre en
las mismas condiciones.
Si, me acuerdo de
eso, me acuerdo de ese entonces, mi padre postrado al pie de la cama, con
lagrimas en los ojos pidiéndole le dijera en donde tenía sus centavos para su
litro de pulque.
¾
Má! no se vaya, ¿quien me va dar pa' mi pulquito?
Deme unos pesos pa' mi pulque.
¾
Por
allá, en mi cajonera, en mi delantal tengo unos centavos.
Decía,
aquella vieja moribunda señalando a una cajonera de carrizo toda rota y
remendada con pedazos de hule, esa vieja terca, nunca entendido. vieja, vieja terca, mi viejita.
La
recuerdo con mucho afecto, recuerdo que ahí en la casa éramos más de 10
chamacos, todos mocosos y esa vieja que recuerdo con cariño nos llevaba para
todos lados, recuerdo cuando íbamos a la tienda de don chino, la tienda más
grande del pueblo, al meternos a la tienda el señor sonreía, y de inmediato
sabia he intuía que haria su acción de
caridad del día, pues si, como le negaría la alegría a tantos escuincles
liderado por una vieja chula como la Refujia, llegaba a la caja registradora y
le decía don chino;
¾
¡Y
ahora! ¿que va a comprar doña Refujia?
Mi
abuela dirigía la mirada hacia abajo en donde por el cansancio yacíamos
sentados
¾
¿qué
quieren niños?
Dulces,
caramelos, galletas (Se escuchaba por doquier)
Pues
deme un peso de dulces y un peso de galletas
<<Don
chino solo sonreía>>
¾
¿Y
ahora si trae para pagar doña Refujia?
¡Si!
traigo unos centavos
Se
veía una sutil sonrisa, de parte del viejo Tendero.
¾
Está
bien, ¡hey! tu,
tu, Arturo, ben.
Levantaba el brazo señalando uno de sus
empleados
¾
Dígame
¾
Dale
lo que pida a la señora
El
joven que como siempre ya sabía la dinámica, nos llenaba una bolsa de galletas
de animalitos de aproximadamente unos 5 kilos y una bolsa de 1 kilo de
caramelos, mi abuela cargaba con todo, y en la ahora de pasar a la caja, sacaba
uno sus dos pesos, que a decir verdad creo la acompañaron toda la vida.
¾
Tenga
señor
¾
¡Que!
¾
Lo
de los dulces y las galletas
¾
¿Acaso
te estoy cobrando? Anda. ¡Ya! vayase, vayase.
¾
¡Gracias
don chino!
Niños,
denle las gracias a don chino
¾
gracias
señor! Se escuchaba de todos los chamacos en son de coro
¾
Si,
ya vayance que me espantan los clientes, (decia con una sonrisa en el rostro el
dueño de la tienda) …
¾
Má!
Deme pa mi pulque
<<ese
maldito pulque el cual la tenia en agonia en ese momento, ese maldito pulque
que le tiene en agonía en este momento, ese maldito pulque que me tiene enbriagado
en este momento>>
Mi
abuela nunca entendio, si y esque la vieja era terca, después de haber caído varias
decenas de veces al hospital, ya le habían alvertido que, si segia tomando se
la iba cargar la chingada, el doctor era duro, de carácter recio y asi se lo habia
manifestado, ya le había diacnosticado sirrosis en el hígado, hidopresia y se
le había reventado la ulsera varias veces.
Recuerdo
esa esena como las mas aterradoras de mi vida,
La
vieja gomitando, en todo el piso cuajarones de sangre.
el
piso se cubria de rojo, un piso de color amarillo ocre y rojo, lo rojo del piso
no se distinguia, solo se distinguia las partes de amarillo acre manchadas de
sangre, cuajarones de sangre de sangre por doquier.
Déjenme
decirles que no era nada agradable ver eso, no para un niño de entre 6 y 7
años.
Muerte
en el aire, rojo y amarillo, y más rojo en el frio del concreto.
Vida
arrancada en el último suspiro.
Pero
aun asi mi abuela nunca entendio.
¾ ¡Mamá!
deme pa mi pulque ¿hora quien me va dar
pa mi pulque?
Le decía mi padre
a mi abuela, soteniendole las manos esqueléticas, moribundas.
¾ Mamá,
Deme pa mi pulque
Y entonces mi
abuela señalaba una cajonera de carriso.
¾ ¡Ahí!
Ahí, en mi babero tengo unos sentavos.
Veía la cama, esa
misma cama y me parecía un déjà vua, hora el alquilino no era mi abuela, era mi
padre el cual había remplazado al anterior de esa cama, a la otra, aquella a la
que había sido su madre, la vieja que había fallecido en la cama años antes por
la miama causa y que hoy al nuevo inquilino tenia postrado de la miasma forma.
<<Siento
el cuerpo pesado, sé que es por el alcohol, también siento la mirada de mi
madre que está al otro lado de la cama, he notado que me mira desde hace un
rato, me mira cada que bostezo, quizás piense que es de cansancio, yo sé que
no, es por los pulques que me he tomado antes de venir aquí.>>
¾ 8:07
p. m, pá, Tu papá
¾ 8:07
p. m, Tu pá
8:10 p.m, En mi
cabeza había cosas, me llegaban ideas de cuando había pedido que mi padre mejor
se muriera por todas esas vece de humillaciones a mi madre y a mis hermanos,
esa mala vida que nos había hecho pasar, pero otra voz en mí, me hacía pedirle
a Dios, rezaba plegarias para que mi padre se recuperara.
¾ 8:12
p.m, pana, pana. - un suspiro se escuchó en la estancia que parecía haberse
quedado en completo silencio
¾ 8:13
p.m, pana, ya pasé!
La habitación se
hacia mas grande, mas de lo que recordaba.
Eran como las 6 de
la mañana, cuando mi madre se acerco a mi ventana pa despertarme, pa decirme,
llorando que mi padre ya no se movia y no respiraba, me lebante de un salto de
mi cama y corri al cuarto de mis padres, pero cuando entre a la habitación ya
no se movia, su rostro estaba palido y su mirada perdida con unos ojos muy
habiertos y opacos. Le toque su pecho y aun estaba caliente, pero ya no se movia.
¾ Que
dios te bendiga a donde vas Helimenas, ya nos dejaste.
Si
no pediste perdón a tus hijos a tu mujercita, que dios de perdone a dónde vas.
Si
hiciste algún mal, ya lo pagaste.
Mencionó la
curandera del pueblo, haciéndole una Cruz en su frente y tapándoles los ojos y
la boca al muerto que yacía en esa cama inmensa.
Eran como las 2de
la mañana y me desperate porque se quejaba muncho. Me decía mi madre con
lagrimas en los ojos.
¾ ¿Que
tienes?
¾ ¡Me
duele todo!
¾ Pero
ya no te puedo dar nada.
Me levante de la
cama y ensendi el foco de luz amarilla que colgaba del techo del cuarto.
Lo miré ahí, sus
ojos estaban muy abiertos y muy claritos, entonces al verle su mirada me empezó
a dar miedo, sus ojos dejaban mostrar una profunda desesperación, parecía que quería
salir corriendo, pero no podía, aun con el miedo que me daba, pero aun así me
armé de valor para hablarle.
¾ ¿Que
tienes?
¾ ¡Me
duele todo!
¾ Hay,
madre de Guadalupe,
hay
madresita santa.
Dijo, dejando salir un suspiro entre cortado.
Al verle, y al
mirar que le dolia todo por la expresión que dejaba escapar de su rostro decidí
darle otra pastilla, aún cuando tenía poco que se la había dado, entonces le di
una su pastilla, no le tocaba, pero se la di de todos modos, para que lo
aliviará un rato.
Apague la Luz y me
acoste a su lado, en silencio.
Se empezó a mover,
que tienes, nada, solo quiero moverme. Lo moví, poniéndolo en la posición que
me digo, y me quede de nuevo en silencio.
En esa oscuridad
de la habitación tuve la sensación que lloraba en silencio, y creo se la pasó
asi, llorando toda la noche, hasta cuando escuché que ya no hacía ruidos, yo
pensé que era porque se había quedado dormido, como en otras ocasiones,
Entonces pasé mi
mano por encima de él sin tocarlo, pa percatarme que respiraba, hice otras dos
veces lo mismo, en mi cabeza pensaba en tocarlo o moverlo, pero no quería
despertarlo, si es que estaba durmiendo, preferiría que durmiera y no quería
inportunarlo.
Me quede asi,
despierta con esa idea en la cabeza, entonces miraba que atraves de la ventana
se filtraban un haz de luz, un haz de luz procedente del foco de la calle,
entonces habri por completo la cortina pa que iluminara el lugar, ahí donde
estaba el, pa ver si respiraba, pero no, ni con la luz podía observar si lo
hacia.
Entonces empecé a
decirme en mi cabeza.
Señor, si me lo
vas a dejar otro rato, alívialo, si no es así, por favor, llévatelo, llévatelo
porque está sufriendo mucho.
Por la mañana me
levanté sin hacer movimientos bruscos en la cama, pa no despertarlo, salí del
cuarto, eran como las 6 de la mañana, todavía no amanecia, después regrece al
cuarto y le hablé sin prender el foco.
¾ Burro
No me contesto,
pensé que dormia, pero no escuche ruidos.
¾ Burro
Volvi a hablarle
pa ver si me respondia.
Entonces ensendí
el foco y noté que ya no se movía, tenía sus ojos abiertos, pero ya no tenía
ese brillo como el ultimo dia que lo device.
SUS OJOS TENÍAN UN brillo como de vida, eran brillantes y parecían
hablarme, me acuerdo perfectamente, entonces quería hablar con el, hacer lo que
mi madre me había dicho, arreglar las cosas, hablar un rato pa pedirle perdón
si lo había ofendido, pero no, no lo hice, no por orgullo, no lo creí
conveniente, pensé que iba a estar bien, sus miradas tan claras me hicieron
pensar que estaría otros días con nosotros, por eso no le dije nada, no le dije
lo que quería decirle.
Pero ahora lo veía
ahí tendido, con su vista opaca, con sus ojos abiertos y sin vida mirando a la
nada, mi madre me decía que ya no se movía, que ya no respiraba, pero yo no le
creía, lo quede mirando y sentia al ver la cobija que le cubría su pecho, creía ver que aún
respiraba, pero no, me disian que ya no, pero seguí creyendo que respiraba
hasta cuando el médico del pueblo dijo que no, que ya no, que ya no lo hacia,
que había fallecido ya hace horas.
No sabía qué
decir.
¾ ¿Hora
que vamos hacer?
Me decía mi madre.
¾ ¿Donde
lo enterramos?
¾ Pus
no queda de otra que enterrarlo en el lugar donde quedo su hermana, su padre y
toda su gente.
Pero era reciente
que habíamos echo el entierro de su hermana, tenía apenas unos años. Pos ya ni
modo, es el único lugar, porque pa comprar un espacio se requiere sentavos y
pues ni pa la caja me alcanzaba.
Pues si, así le
hicimos.
Me jui a buscarle
su cajita y su ropita pa tenderlo pa que no se me pusiera tieso, le compré una
su cajita de las más baratitas, porque no tenía dinero, hasta una parte la pedí
fiada.
Pero tal vez si se
había portado mal el viejo, muy mal y dios no lo quería recebir, si, porque se
murió tal día que no había cura en el pueblo, naide quien le hiciera una eucaristía,
naide de las rezanderas o rezanderos que le echará uno su rosario, uno su ave
María.
Entonces juimos a
ver al rezandero Mario que siempre resaba en el pueblo, solo por una botellita,
pero nada, me cuentan que no podía, es más ni estaba, juimos a ver a doña
Brijida la rezandera más vieja del pueblo y nada, no estaba, que disque andaba
en México con uno su enfermo, entonces se me figuraba que tal vez si dios
estaba enojado con el, y no lo quería recebir, juimos a ver a Pedro el más
joven de los rezanderos y nada, que no podía, que disque no podía porque ya
estaba de sacristán en la iglesia del pueblo y por eso no podía.
¾ Valaya
sea!
Pa mi, hasta se me
figuraba que se habían puesto de acuerdo pa no resarle a mi padre, Pa mi que lo
hacían nadamas de mala voluntad y no querían resarle uno su rosario uno su ave
María a mi jefe. Juimos a ver a todos
los rezanderos y resanderas, y nadamas no, no querían porque disque no podía o
no estaban.
Entonces lo veía
en la caja y parecía escucharlo respirar. Pensaba que en algún momento habriria
los ojos.
Pero no, no pasó.
No paso.
¾ Ni
modo, ya te fuites. Nos dejates, vete tranquilo, si ofendiste te perdono, si te
ofendí, perdóname, vete tranquilo y espéranos allá, si no procurates en vida a
tu familia, desde allá cuídanos, en especial a mi madre que fue la mejor de las
mujeres para ti.
Entonces pensaba
en el ahí abajo, en esa caja de madera, metido en ese hoyo, tres metros bajo
tierra.
Eso me daba muncha
tristeza.
Entonces atrape
uno de los gallos pa ponerlo bajo su caja donde estaba tendido, pero pinche
gallo no canto en la mañana, pero aun asi, sin el canto del gallo me levante
temprano, Me jui al cementerio, para hacer la fosa trayendo en la cabeza que no
es bueno que los hijos les hagan la fosa a sus padres porque se los jalan con
ellos, pero ni modo, ya ni modo, si no hay quien, ya ni modo.
Ya en el
cementerio pensaba que yo solo escarbaría el ollo pa meter a mi padre, pa enterarlo, aunque la creencia del
pueblo nomás no, un hijo nunca le hace su fosa a sus padre,
Entonces busque la
tumba de sus gentes, pa escarbarla y cuando iba empesar a escarbar escuche una
voz,
¾ Hijado!
no hagas eso hijado, los hijos no deben hacer eso, eso déjalo a alguien más.
y me quito la pala
pa escarbarle, y uno, y otro empezaron a llegar, algunos amigos de borracheras
de mi padre, otros vecinos y algunos sobrinos.
A
LO LEGOS,
a unos escasos 700 metros desde lo alto del cerrito, noté que de la ventana y
de la puerta de la cocina salía luz, pensé que era como otras ocasiones en las
que solo el foco le habían olvidado apagar, en ello los ladridos de los perros,
presentes. Gauf, guauf, guaf, ladran como si yo, fuera un intruso.
¾ ¡Perros
tontos!
Grito al acercarme
a ellos, cesan sus ladridos, pues me han reconocido, se acercan a mí, metiendo
la cola entre las patas, encorvándose y terminando bajo mis pies, con esta
acción pretenden obtener mi perdón, pero esta vez no será tan fácil, estiro el
pie dándole a ambos perros en el culo.
Entre chillidos
corren a ponerse a salvo, terminando refugiados bajo los nopales que
constituyen fracciones de la cerca…
El patio yace en
completa oscuridad porque el foco se fundió hace dos semanas y no me ha dado
tiempo reponerle, tendría para ello que caminar hasta la tienda del pueblo,
cosa que me ha dado flojera porque dicha tienda está a unos 15 kilómetros de
distancia.
Está lejos, y no
hay trasporte pa allá, bueno, aquí no hay muchas cosas, uno pa ir al pueblo
camina por las veredas del monte hasta encontrarse con el viejo camino que
lleva hasta Santiago, y uno lo camina ese camino polvoriento hasta llegar al
centro del pueblo, por eso la gente no va por solo un foco, si uno se va cansar
es mejor ir por recaudo o varias cosas que se necesiten ¡Pa que valga la pena!
Esta mañana
amanecí con el entusiasmo de ir al pueblo por el foco, lo confieso, pero al ver
que el tiempo que estaba medio feo y brisnando un poco, me ha dado mejor por
meterme de nuevo en el petate y acorrucarme más en las cobijas, si eso hice.
¾ Este
tiempo, solo juega con el sentir de uno, pero más pal campesino.
Desde
que llegué aquí abuela, nada que llueve, los días nublados, pero nada que
llueve, brizna un poco y es todo lo que cae. Quizás por eso las mariposas no
llegaron, no hubo flores y no llegaron.
¾ Usted
nada más piensas eso, ¡Ummm! yo no he
visto mariposas desde hace muncho tiempo, y menos agua de lluvia.
¾ Duérmase
otro rato, y luego le pongo unos su café.
¾ Ya
no importa, pero no importa, no en este momento.
¾ ¡Ummm!
No diga eso, apenas está empesando la mañana, esto es otro día, haber que dios
dice, quizás nos mande lluvia.
No sabía porque, pero
a pesar de haber vivido en esas tierras mi abuela se aferraba al echo que algún
día volverán las lluvias al Valle, yo llevo escasos meses aquí y no creo que
llueva.
Desde
donde estoy parado, está oscuridad tiene algo de hermoso, gracias a ello se
pueden apreciar una que otra luciérnaga que danza alrededor de los mezquites,
pero es raro, ya no es su tiempo, recuerdo que de chamaco en los meses de julio
y agosto se re que te llenaban los mezquites de miles de sentellas amarillas,
hoy no es así, hoy todo se a perdido.
Al atravesar la cerca que dividía el camino
del patio, y al llegar a la casa, me asomo en la puerta de la cosina, viendo a
mi abuela sentada a la orilla del fogón.
Mi abuela en esos
momentos reblandecía un trozo de pan seco en las brasas.
¾ Buenas
noches
¾ Mö'kjä!
¾ ¿Si
agarro uno su liebre, uno su ardilla?
¾ No
abuela, no hay nada de eso, ya no hay como antes.
¾ ¿Entonces
donde anduvo todo el dia?
¾ Por
ahí abuela, por ahí, solo quería perderme, alejarme por los campos sin saber a
dónde ir, queria perderme en la inmensidad del acre y del azul.
Como
esas gotas del roció que aparecen en las mañanas y que con el calor del sol se
pierden en las costras de la tierra.
Pero
no abuela, había una especie de demonio que no me dejaba ser, no me dejaba
continuar, aparecía y me devoraba.
¾ ¡Hay
Diosito! No mencione a ese en la casa, dios no salve, pa mi que ya se echo uno
su pulquito, por eso anda devisando animas.
Me decía mientras
se persignaba y escupía al piso de tierra.
¾ Pos
si, pa que le voy a mentir, me eché unos litritos, con don Galindo, me lo
encontré en el camino cuando iba por el foco a la tienda y me invito a su casa,
venia de raspar uno sus magueyes.
¾ Mmm!
¿Y el foco? ¿Si lo compro?
¾ No
abuela, ya mañana.
¾ Mañana,
mañana, lleva dos semanas diciendo lo mismo,
La nana blanca que pende sobre nuestras
cabezas, agonizaba, opa-cando su brillo, cediendo ante el humo procedente del
fogón, mientras la mirada de mi abuela, expectante reposaba sobre la olla de
café que estrechada por los brazos de Maka Xita Sibi, ha llevado a un estado de
efusión el líquido vertido en su interior.
¾
¿Quiere uno su café?
¾ ¿Quiere
uno su café?
Sabía que me hablaban,
pero en esos momentos mi mente no estaba ahí, seguía sumergida en mis
recuerdos, y en otros no tan propios.
¾ ¿Que
si quiere uno su café?
¾ ¡Mande!
¾ ¿Que
si quiere uno su café?
Me dijo en un tono
de cómo a quien se le ha terminado la poca paciencia que tenía.
¾ Si,
claro que si.
Sentada en un
pedazo de ñomfi que funjia como asiento, en ese ambiente asfixiante por el humo
que pica en los ojos y que hace lloran sin motivo de dolor o duelo, mi abuela
aparentemente parecía tener inmunidad al humo asfixiante.
¾ ¿Entonces
si quere un poco de café?
¾ Si
abuela, pero yo me sirvo
¾ No,
horita se lo sirvo yo, shiéntese, ahí hay uno tu banco.
Me senté ceca de
la puerta para respirar un poco, me sentía asfixiado por el humo, mis ojos
lloraban en esos momentos, pero apesar de ello trataba de mirar a través de la
puerta del jacal de penca y piedra, miraba a lo lejos, y a cientos de
kilómetros podía ver una que otra luz en las faldas de los cerros.
Entonces mi abuela
se incorporó mostrando una espalda arqueada por los años, tomo la olla de café
con ambas manos y en un acto de habilidad quirúrgica vertió un poco de café en
un par de jarros de barro, que yacían en el piso de tierra, tomo un pedazo de
pan seco que antes había reblandecido en las brazas del fogón y me lo dio,
acompañado con uno de los jarros, dándome el que aún conservaba la oreja pegada
a el, los tome y ella volvió en seguida a su banco improvisado.
Quizás noto mi
mirada insistente al valle porque escuche decirle;
¾ Mmm! Si papá, tú lo ves, estás tierras son muy
tristes
Tomando su jarro
en las manos mostro las rugosidades de su piel que parecían resaltar con el esfuerzo
que hacia al sotenerle, era como una metáfora de su vejez.
murmuro cosas en
otomi dándole pequeños sorbos pausados al café, levanto su mirada y me sonrío,
le escuche decir entonces.
¾ Pero
uno se acostumbra a esto, uno aprende a vivir aquí.
dándome cátedra
del tiempo que había vivido en ese lugar.
“Un suspiro pende en el aire y el silencio como
carroñero nos asecha.”
YA TENGO 8 MECES AQUÍ, y
las mariposas no aparecen. Me digo que no aparecerán porque ya no es tiempo,
tenían que aparecer en primavera, despuesito que los aguaseros reblandecieran
la tierra, dejando su jugo en el valle, pintando el mezquital de verde,
llenando al campo de flores, asi como lo recuerdo en mi niñez, pero no, no
aparecieron, ni las lluvias, ni las flores, y es por eso que las mariposas no
llegaron.
ya tengo 8 meces
aquí, y lo recuerdo bien porque mi llegada coincidió con el funeral de don
Audelino.
Era 12 de marzo cuando
había llegado de la capital y caminaba las veredas que conducen a distintos
lugares, por entre los matorrales, magueyes y de más...
¡Era hermoso!
Escuchando nada
más que el viento que surca los campos áridos, y rara vez, una canción a la
distancia.
Era como un déjà
vu, pero cada que me reencontraba con mi pueblo, parecia reencontrarme y escuchar
en voz alta mis pensamientos.
Miraba a lo legos
el humo que salia de las casas donde posiblemente en el fogón yacía una gran
olla de café, sostenida en dos barras de metal puestas sobre dos grandes
piedras, asi lo recordaba. Posiblemente a mi abuela reblandeciendo un pedazo de
bolillo seco en las brazas de fogón.
Cminaba y pensaba.
Yo venía entonces
de la ciudad, donde la modernidad se había tragado todo, pero aquí no, miraba
esa neblina que siempre bestia de inocente blanco cubriendo el mezquital, y mas
alla las molenderas que regresaban, entre el camino donde las piedras ruedan
entre sus pies descalzos y el alba moría lentamente con los primeros rayos de
sol a sus espaldas.
Aquí la modernidad
no se había tragado nada, el sol era lo que se comía todo.
Recordaba y veía
esa neblina que cubría todo el mezquital, eso me traen buenos recuerdo. Me
decía mi abuela “No se olvide de mi pueblo, regrese, regrese cuando pueda, para
vivir lo que se ha perdido en la ciudad”
Y estaba de más
que me lo dijera, ya lo había visto con mis ojos y no me lo arrancaría por nada
del mundo.
Entonces esa la
neblina dejaba solo ver las siluetas borrosas de los magueyes y mezquites, que
yacían entre los matorrales.
Recordaba mi
tierra que olía, y como tanto me decía mi abuela, nunca le olvidaba.
¡Por alla!, en mi pueblito.
Entre campos áridos, entre cardones,
mezquites, por allá
entre las piedras y demás.
¡Por alla!, entre el olor del pulque y el
humo del fogón.
¡Por alla!, entre el olor de la olla de
café y del pan seco
reblandece entre las cenizas y
brazas.
¡Por alla!, entre las risas descaradas del
viejo guarro, por
entre las milpas desgarradas de colores
agrios.
¡Por alla!, donde se huele la tierra seca,
¡Por alla!, entre el aroma a tierra mojada
por la lluvia.
<<Y sí, así
fue, muchas fueron las veces que regrese para caminar por el monte de mi
pueblo, siempre pensando en mariposas; me decía; quizás yo era la única que ve
lo bello de su belleza descarnada y seca.>>
Seguia caminando,
y a lo lejos cuetes que irrumpen, dirigiéndose al nublado cielo, con
estruendoso trueno la soledad que imperaba queda irrumpida.
Esa tranquilidad
de la cual disfrutaba se vio mermada.
Al llegar a la
cima, desde la loma, se mira que no son cuetes de fiesta, entonces a lo lejos,
por el camino de terrecería alcanzo a devisar una procesión de un muerto.
se ve un remolque
tirado por un burro, a la vez el burro es arreado por una mujer encorvada
vestida de negro de los pies a la cabeza, posiblemente era la viuda. en el
remolque una caja de muerto con una corona de flores y por lo que alcanzo a
devisar desde donde me hayo, es el único arreglo floral del difunto, una banda
pueblera, conformada por tres tipos le siguen, uno con tuba, el otro con
guitarra y uno mas con acordeón, detrás de ellos no más de 8 personas, ¡Todo el
pueblo, creo! la mayoría de ellos ya
mayores de edad, puesto que los más jóvenes han emigrado pal norte o pá la
ciuda.
¾ Mi
dejaste maldito viejo, mi dejaste, si habíamos quedado que nos iríamos juntos,
juntos como muéganos y si juera posible en el mismo cajón, esa era tu promesa ¿Hora
que voy hacer sin ti? si no mi muero de
enfermeda, mi muero de tristeza, mi dejaste, mi viejito chulo.
Se escuchó decir,
entre soyosos de la mujer.
¾ ¡Hora!
¡Hora! Camina, maldito animal, burro, burro como tú dueño qui llevas como
bulto.
Grito la mujer al
arrear el animal, golpeándolo con furia con un pedazo de cincho, como queriendo
desquitar con esa acción su dolor con el indefenso burro.
Al acercárme más,
pude darme cuenta que era la mujer de don Audelino, doña Lazara, al pasar
frente a mí le saludé, pero no respondió mi saludo, haciendole honor a su
apodo. El muertito, era don Audelino, el tlachiquero del pueblo, su féretro,
era de madera cruda, sin trabajar ni nada, se veia áspera, tosca, pintada de
color negro mate, de la cual solo resaltaban los clavos de color gris plateado,
que sostenían unidas las maderas del féretro.
La cajita modesta,
pobrecita como la vida que vivió el viejo, posiblemente se la había echo el
carpintero del pueblo, y hasta puedo asegurar que la construyo con los
materiales más baratos o retazos de madera que tenía derrumbados por ahí, y
esque los viejos no eran de muchos centavos, y talvez no le alcanzaba a doña mala
para ese estuche pâ ricos, como se lo escuché decir algún día.
Cuando pasaban
frente a mí, entonces centre mi atención en los integrantes de la banda, el que
toca la guitarra se ve viejo y muy cansado, sus zapatos se miran rotos y
degastados, pero es el único de los tres
que usa zapato cerrado, los otros dos traen guarache cruzado que con el
polvoriento camino ha dejado los dedos de su piel blancos y cuarteados, pero lo que mas llama mi atención y hace
denotar su miseria son sus trajes, los pantalones de color azul rey y sus chaquetas rojas se
miran desgastadas y descoloridas por el sol.
¾ ¿En
que esta pensando? ¡ni me escucha! le
estoy hable y hable y ni me pela.
Escuche decir de
don Chon, tío de Lupe con quien mi abuela es comadre.
¾ Discúlpeme
don Chon, dígame.
¾ Vámonos.
el ultimo de la
procesión en su andar igual me dirige la palabra. Es don Epifanio.
<<El viejo
encorvado por la edad y con bastón, pero a pesar de ello, y con su edad siempre
se lo mira salir de su casita, muy temprano pa la tienda, "pa echarse una
su cahuama".>>
¾ Joven,
buenas tardes
¾ Buenas
tardes jefe, ¿como esta? Le contesto
<<Me hacerco
a él, le saludo y le beso la mano, es una acción que en el pueblo es muy
frecuente verlo, es una acción de respeto, pa los viejos, pero que con el
tiempo ese respeto se ha ido perdiendo al igual que la tradición. >>
¾ yo
estoy bien, bien en lo que cabe, al menos dios nos ha dado licencia pa llegar
hasta el día de hoy.
siguió caminando y
a unos escasos metros se para, voltea la mirada y menciona,
¾ ¡Hora!
que no vas? vamos a acompañar a don
Audelino que acaba de morir.
Con el bordón en
la mano reafirma la invitación.
¾ No
don Epifanio, tengo que terminar de llegar a su pobre casa, tengo que estar con
mi abuela, tenemos que estar en la alcaldia del pueblo, para arreglar uno
asuntos. le respondo.
¾ Que
me perdone don Audelino y doña mala, pero no voy a poder acompañarles.
¾ Bueno
ay será pala otra - Escucho mencionar entre risas a don chon.
¾ ¡Va!
pa la otra? ¡va! Como si nos muriéramos
dos veces.
Pa
la otra.
Mientras el
féretro seguía su andar, don Epifanio quien se había quedado unos pasos por
hacerme la invitación, enseguida camino, pues se había quedado muy atrás.
¾ Bueno,
luego nos miramos, me voy, me voy si no me dejan.
Retomo su camino y
escuchándole decir, murmurando entre dientes, riendo disimuladamente.
¾ Bueno,
talvez en el próximo entierro, del próximo defunto, espero no sea yo. Dijo,
dejando soltar una gran carcajada.
Ellos dirigiéndose
al cementerio, y yo a mi casa, ambos dándonos la espalda. Camine, pensando en
el difunto,
Sentí nostalgia
por don Audelino, miré a mi alrededor, y en ese lugar tan desolado en el que
estaba, por alguna extraña razón en ese preciso instante, sentí un frío helado
recorrer mi cuerpo,
De repente detube
mis pasos, sentía el peso del difunto, aquel viejo que olía agrio, agrio como
él pulque que vendía y el cual muchas veces entre las borracheras me había fungido
como confesor de mis sentires. Era un día nublado, y entonces eche marcha atrás
para alcanzar al cortejo fúnebre, a pesar de que habría querido no asistir sentí
el deber de hacerlo.
Apresure mis pasos
para emparejarme con ellos.
Un viento efímero
llego del norte arrebatándole el sombrero de palma de ala corta de mi cabeza,
el sombrero voló y rodó hasta terminar enfrente de las patas del burro que
arrastraba el féretro, la prospección se detubo y la banda pueblerina cayó su
música.
Todo quedó en
silencio, el burro agacho la cabeza, tomando el sombrero con el hocico y
masticándolo enseguida.
¾ ¡Burro
tonto! se escuchó decir de doña mala
El animal tenía
hambre, se miraba en su complexión casi esquelética.
¾ ¿Y
entonces, te has animado a acompañarle? cuestionó don Epifanía
No dije nada, solo
acerté con la cabeza
Me acerqué a doña
mala quien ya alistaba el sincho para darle al animal
¾ No
haga eso doña mala, no es culpa del animal, don Audelino lo ha detenido, el le
ha puesto el sombreo en el hocico al burro, miro que venía atras y se detubo pa
alcanzarle, el habría querido asi, el habría querido que lo acompañara.
Solo
ha de lamentar no haberse ido en un día sóliado, así como en tantas veces me lo
dijo.
La mano que
sostenía el sincho disminuyó la fuerza con la que era apretado, y sediendo cayendo
la punta del mismo hasta terminar a un costado de su rodilla de la viuda, se escucho
el gran silencio en el valle, solo el viento se sentía en la cara, de todos los
presentes solo se sentía la presencia de don Audelino.
El burro dejó caer
de su hocico el sombrero que masticaba, se había quedado inmóvil y con cautela
y respeto me diriji a recogerlo, cuando me agache doña mala mencionó.
¾ Si,
ya sentía su muerte, y me lo dijo munchas veces, pero no le creí, pensaba que
me lo decía por los pulques que se echaba.
Levantando su velo
negro se miro las lágrimas recorriendo sus mejillas, unas megillas arrugadas, ennegrecidas
por el sol.
Me puse el
sombrero aún cuando esté estaba babeado por la peripecia del animal.
Yo no sabía más
que decir en esos momentos
¾ ¿Entonces
te lo dijo? Artículo la pregunta, con una voz entre cortada, pasándose un gran
trago de saliva
¾ ¿Que
doña mala?
¾ Que
odiaba los días grises.
¾ Si,
era algo en el que ambos coincidíamos, los días nublados son tristes
¾ ¿Entonces
conocías mi Audelino?
¾ Si,
y lo estimaba al viejo.
Seco sus lágrimas
de sus ojos y mejillas, exalo con gran fuerza dejando salir el aire de sus
pulmones en un gran suspiro.
¾ Pero
que le vamos hacer, ya se nos adelantó.
¡Hora!
Anda burro
Al escuchar esto
el animal y sin golpe alguno retomó su andar.
Continuamos así el
camino de terraceria, hasta que el viejo Epifanía que iba a un lado de mi, para
quebrar él gran silencio le escuché decir
¾ ¡Se
ve que llover! bueno, será bueno pa la milpa…
Yo entré mí mismo
esperaba que fuera así, y camine con esa idea en la cabeza, tenía la certeza
que si llovía el mezquital se iba llenar de verde con muchas flores y de miles
de mariposas de colores, había venido para eso, pa casar mariposas como cuando
niño. Pero pensaba en la última ves que les vi en el campo, ya eran muchos años
y nada, y eso era por las sequías en el campo.
mmm! fue aquella
ves que se cubrió la tierra de rojizo, la última ves que les mire en todo el
valle.
Cortina blanca
fragmentada en mil pedazos
entre colores
agrios y risas de nostalgia.
<<Mi madre
en el campo, con mariposas blancas por doquier.>>
YO ARRIABA LOS CHIVOS, por
allá detrás del monte, en el Bravo que le llaman, en aquel lienzo grande donde
antes sembraban muncho maíz, pero habían 2 años en el cual solo le habían dejado
crecer la llerva y empezaron a usarlo como tiradero de istiercol, había mucho
montículos de y istiercol, uno podía subirse y estaba firme como roca, pero
quizás por dentro eso estaba fresco, cuando llovía los jugos de esas costras
gigante, de esos grandes montículos, formaban charcos de excremento líquido en
sus faldas, y apestaba, pero eso hizo reverdecer al pasto y las flores y
es por eso que iba ahí a pastoreas, habían muchas flores y miles de mariposas
de colores, pero un día, amaneció el lugar lleno de muchas bacas muertas, nunca
supimos quien las tiro ahí y el porque de tantos animales muertos, y con el
tiempo y con el calor esos cuerpos de animales inertes se inchavan
reventándose, entonces olor en el lugar era nauseabundo, y entonces paso
poco tiempo pa que el lugar se llenara de perros hambrientos que desgarraban la
carne putrefacta, habían bacas con los intestinos por fuera, con hoyos tan
grandes en el estomago que se miraba salir perros de esos estómagos muertos,
esos cuerpos fusionados eran quimeras, eran cuerpos muertos pariendo perros
pintados de rojizo, el olor era insoportable, los perros ya no eran perros
blancos o amarillos, eran perros rojos pintados por la sangre de la
muerte que al secarse al sol se volvían como chacales negros.
entonces los jugos
de los cúmulos de istiercol y los jugos de los cuerpos de las bacas en
descomposición formaban charcas de excremento líquido y jugos de una cosa que
parecía sangre color rojo obscuro. Pero aún así las flores crecían y las
mariposas andaban por doquier, era una dualidad, por un lado, el campo que
estaba lleno de escremontó y muerte pestilente con miles de moscas produciendo
un ruido parecido a abejas y so pilotes que volaban arriba en mi cabeza, y por
el otro lado un verde cubierto de flores y mariposas de colores.
Cuando todo se
secó, aquellos perros volvieron ser ambrientos, muchos se quedaron tratando de
sacarle lo más que podían a los huesos secos, y ahí se quedaron aun cuando ya
no había que comer, y sin comida esos perros quedaron en puros hueso,
habían engordado y ahora morian al no encontrar que comer, y entonces los que
murieron murieron y sirvieron de alimento pa los otros perros que vivían, al
final se comieron unos a los otros.
Pero esa ves fue
la última vez que mire el valle verde, fue ese último año que se vieron las
lluvias en el mezquital.
Mi abuela me dece
que ya no llueve y las mariposas se alejaron porque el amo se enojo, porque
ofendieron la tierra con tanta sangre del animal sagrado.
había mucho verde
y miles de mariposas, pero apestaba algo en el aire y eso era muerte y eso el
mezquital no lo soporto….
Capítulo 3
HOY ES 17 DE OCTUBRE y
el dia de muertos ya viene, lo se no por la fecha, lo se porque mi abuela la he
encontrado llorando de tras de la nopalera.
mmm! Y siempre es
asi, cada que llegan estas fechas se pone un tanto plañidera.
Hoy se despertó
mas temprano de lo habitual, a las 5:30 de la madrugada, escuche que la llave
del patio derramaba agua, me levantado a cerrarle, por lo regular me despierto
al escuchar cantar el gallo, hoy no fue asi...
Ya viene él día de
muertos, con sus olores a somerio, a cempasúchil, a copal y pan de difunto.
Son días que se
sienten y que a mi má le duelen muncho, no lo dice, pero lo sé, hay ocasiones
en esos días que la he escuchado llorar detrás de la nopalera, a veces pienso
que es por la falta de mi apá, mi tatá al que no ha dejado ir y por lo que no
soporta esos días.
¾ ¿qué
tienes má?
¾ ¡Nada
madre! nada.
¾ ¿Extrañas
muncho a mi apá verdad?
¾ No
madre ¿y tú, le extrañas?
¾ Sí,
muncho, recuerdo que cuando vivía le daba una su caguama un su dinero, no sé si
recuerda má que toda la familia se reunía abajo del mezquite, nomas pa' pasar
el rato.
¾ ¡Hay
madre! me vas hacer llorar recordando
esos días de alegría. Me acuerdo que munchas veces venían al año tus tillos y
mis suegros, tus hermanos, pero ya no, no sé qué les cayó en su plato, todo eso
se siente feo, me tratan como un tsaty’o.
Mmmm! la verdad es
que casi no le visitan porque hace unos de esos dramas que a naiden les gusta
devisar, sé que no es su culpa yo igual extraño a mi apá. Sin pensar mucho es
algo en lo que, si coincido con mi amá, si se siente su ausencia aun cuando no
lo reconozca mi madre.
A mi amá, muchas
veces la he escuchado, diciendo que está enferma y hasta dice sentir que el
corazón le falla por tanto dolor. Mmmm,
¡Inventos, puros
inventos!
Ella cuenta que la
muerte pronto le va a llevar, pero diosito no cumple caprichos y ella lo debe
de saber, no le hace justicia porque aún no le toca la hora y llora, llora
muncha por eso. a beses pienso que los dolores que dice tener son dolores que
se inventa, pura invención de su cabeza nada más, pero hay veces que me pone a
pensar seriamente, dudando de mi sentir, como la vez que la incontre que
regresaba del monte, bien triste y decaída con un racimo de Pest'o, pirúl,
manrrubio y ruda. Disque pa' hacerse una limpia, quezque pa' que le deje de
doler el pecho, porque según ella traía fuerte aire, que disque loa había
agarrado la mala hora.
Lo que si se
aprecia es que la muerte de mi tatá le volvió un tanto plañidera.
<<Desde ese
día que don Higinio discutió con mi apá y que hizo que le fallara él corazón, ¡si!
su corazósito que ya estaba muy cansado de tanto coraje de mi hermana la
mayor>>.
Recuerdo que todos
hablan de ese 3 de septiembre, a ciencia cierta no se sabe que paso, lo único
que se dice por ahí, porque la gente argüendera así lo cuenta, es que
discutieron por mi hermana, decía que disque lo había burlado!, eso es lo que
dijo el tal Higinio, pero no! lo cierto es que se me figura que lo dejo por
malo al señor y eso la gente lo sabe, porque lo vio. Veían como llegaba
borracho de tanto tomar pulque y empezaba a golpear a mi hermana, dice la gente
que hartas veces la vieron salir de su casa sangrando de la boca, corriendo
rumbo al monte pa' que el borracho del Higinio no la siguiera maltratando.
¡Puro susto!, pura
mala vida pa' mi hermana con ese hombre.
<<por eso en
el velorio del Higinio, ni mi hermana, ni su hijo, ni nadie del pueblo
estuvieron presentes. Que diosito me perdone, pero;
Ahorita ese viejo
ha de estar retorciéndose en el mismísimo infierno, ¡por malo!>>.
En ocasiones
pienso que quizá por ello, por tanto, maltrato del Higinio se le ha alejado los
hombres y por eso mismo ella es mala, muy mala con ellos, Ha de pensar que así
desquita su coraje, ese coraje que trae muy dentro y que le dejo el mentado
Higinio.
Pero no, mi
hermana está mal, solo se engaña sólita.
………………………………………………………………………...
Publicado
Es que me ha
agarrado mamuji, nuestro señor, yo sí lo creo., si cuando sueñas que un toro te
enviste
Me acuerdo cuando
una ves venia de la plaza, había arto lodo en la barranca, había llovido en la
mañana, yo traía enfrente mi hija y mi huipil lleno de cosas y con mi garrafón
de pulque, y me caí y aplaste a mi criatura, esa ves me raspe mis codos, mis
manos, mis rodillas, milagro mi criatura no le pasó nada, regrese a la casa
bien chupada porque se soltó el agua, lo
bueno es que no me queme, porque me acuerdo que lleva a cal viva en mi huipil y
eso con el agua quema.
J.
Espantándome las
moscas
Ojos opacos y sin brillo
detonando la huida
de la vida.
……………………………………………………………………………………..
víboras en su
mirada,
enredadas entre
sus piernas.
en su aliento
cansado,
moscas verdes
saliendo de su boca.
¿y las ratas hambrientas?
devorando sus oídos,
devorando su
entrañas.
¿y la larva?
convertida en
gusano,
devorando su
carne....