domingo, 10 de noviembre de 2019
[6:15 p. m., 16/10/2019]:
Cuando ves las cosas con unos tragos encima son distintas, sientes las miradas, el prejuicio de la gente, gente hipócrita al final, al final ahí dentro de ellas tienen lo malo, pero solo cuando creen que uno está inconsciente, sacan lo peor, son como buitres.
[7:36 p. m., 16/10/2019]:
Creía ser fuerte y lo más malo del mundo, pero no, esos rencores que le tenía a mi padre, al verlo en la camilla del hospital, todo se desplomaba.
Me decía;
-tu papá, tu papá.
Refiriéndose a mi abuelo, él creía que yo era mi madre quien lo estaba cuidando.
Su rostro demacrado por la enfermedad, sus ojos borrosos, como de aquel que se le va la vida, una vista perdida me llegaba en lo más profundo de mi ser.
-tu papá, tu papá, pace, y un suspiro muy largo después de eso.
Se le escucha decir.
-haga, y un suspiro de nuevo.
Al otro lado de la cortina que fungía como barrera entre los pacientes, se escuchó decir del galeno, leyendo un papel, quizás el historial médico de quien ocupaba esa cama en esos momentos.
21 de febrero del 2019, mmm! Ok
-Tiene mucho tiempo que caíste en un hospital?
-Así es doctor, una vos jovial respondió
En esos momentos el alcohol del pulque que avía ingerido me hacía ser perceptivo en todo lo que se suscitaba en la sala.
Suspiraba al escribir esto, realmente no sabía por qué, me daba tristeza, pero el sentimiento se iba enseguida, era un subibaja de emociones, lástima, quizás no lo sé, realmente no sé qué es eso, o al menos no podría definirlo. El pulque me hacía ver las cosas realmente como eran, o quizás estoy tan ebrio que mis sentidos y cabeza no saben de la realidad.
[7:57 p. m., 16/10/2019]:
Estaba entonces ahí, rayando con los pulgares el tubo cromado de la camilla donde estaba mi padre, en mi cabeza se gestaban ideas del porqué se solían ir y venir distintos personajes a los cuales les era indiferente lo que sentía
[8:00 p. m., 16/10/2019]:
Buenas tardes, soy médico internista, me pidieron que le hiciera una férula ¿me permite hacérsela? Escuche decir al lado de mí en un tono de coqueteo, era un joven apuesto, el nuevo paciente, el cual había remplazado al paciente de esa cama, el otro era un viejo de enfermedad renal y hepática que había fallecido en la cama minutos antes. Había llegado bien, con dolor abdominal, se quejaba poco, estuvo un rato sentado a la orilla de la cama hasta que empezó a vomitar cuajarones de sangre, aunque los médicos lo asistieron, no pudieron hacer nada. Murió al hacerle una endoscopia.
[8:01 p. m., 16/10/2019]:
- Como te llamas? Pregunto la enfermera, una joven de unos escasos 25 años
[8:04 p. m., 16/10/2019]:
Es Jesús, escuché decir, ese era el nombre del joven apuesto de alado
[8:04 p. m., 16/10/2019]:
Siento el cuerpo pesado, sé que es por el alcohol
[8:06 p. m., 16/10/2019]:
También siento la mirada del paramédico que está en el pasillo, he notado que me mira desde hace un rato, me mira cada que bostezo, quizás piense que es de cansancio, yo sé que talvez es por los pulques que me he tomado antes de venir aquí
[8:07 p. m., 16/10/2019]:
-pá, no
[8:07 p. m., 16/10/2019]:
-Santiago
[8:10 p. m., 16/10/2019]:
En mi cabeza había cosas, me llegaban ideas de cuando había pedido que mi padre mejor se muriera por toda la miseria y mala vida que nos había hecho pasar, pero otra voz en mí me hacía pedirle a Dios, rezaba plegarias para que mi padre se recuperara
[8:12 p. m., 16/10/2019]:
-pana
[8:13 p. m., 16/10/2019]:
-ya pase
SU RESPIRACIÓN AGITADA se escuchó toda la mañana de ese sábado, el médico del pueblo ya nos avía dicho que no tenía remedio, el alcohol que quiso terminarse en su juventud le avía pasada factura, sus riñones e hígado ya no le funcionaban, y le encontré ahí aún lado de la cama, rezando con un rosario en las manos, con la cabeza en la cama susurraba cosas a su oído, esa mujer demacrada entraba y salía de la recámara
Tu papá, tu papá
Solo mencionaba con una vos entorpecida, casi moribunda,
No sabía qué pensar, era una escena que dolía o quizás no, el rencor por la vida miserable que nos había dado me hacían quiere ignorarle, sentía que ya nos estorbaba, solo el dolor en el rostro de mi madre me hacía recapacitar, quería sentir lo mismo que ella pero no podía.
-¿Qué hacemos, que hacemos? Me preguntaba
¿Lo llevamos al doctor?
No sabía responder, lo miraba casi moribundo,
Quería sentirle lástima en ese momento, pero ni eso sentía,
no podía, entonces había ideas en mi cabeza que yo era malo
-tal vez ya - se le escuchó decir
Pero sentía que ya nos estorbaba
....................................
Cortina blanca fragmentada en mil pedazos
Entre colores agrios y risas de nostalgia.
Mi madre en el campo, con mariposas blancas por doquier.
.................
Detrás o tras / de las / colinas se hicieron sombras
.................
Y te miré ahí entre mis recuerdos, sola como siempre, pero a la vez con muchos.
Te miré entre charcas de aguaceros, entre líneas tristes y alegres del tintero.
Observe de nuevo tu sonrisa, esa boca llena de palabras dulces y alegres, de palabras agrias y mentiras repugnantes
¿Qué nos pasó? ¿Por qué cambiamos el amor, por lo contrario? ¡La banca que era nuestra, tus sueños que eran míos, las penas compartidas que nos hacían uno, todo al carajo!
Metí tu sonrisa y los besos de tu boca en un suspiro
Convertí tu mirada con tus ojos negros en recuerdos
¿Y todo para qué?
Me pregunto yo, tu presencia aún me taladra la cabeza, me mata lentamente
Un sorbo de licor, un aire contaminado de tabaco me acompaña.
[12:16 p. m., 31/10/2019]:
A laya madre
[12:54 p. m., 31/10/2019]:
Yo quiero morirme en mi tierra, quiero que me entierren ahí
.........
La modernidad se tragó todo
De repente la casa era más grande, más delo que recordaba, pero no era el misma casa de siempre, esa casa de mi niñez, solo que ahora no era habitada por presencias, solo por ausencias y mis recuerdos, solo que eso no hace bulto solo soledad.
[9:08 p. m., 5/11/2019]:
Se podía oler la mierda y lo peor se podía saborear en la garganta.
[9:09 p. m., 5/11/2019]:
Yo por eso ya no me da miedo estar con el demonio, ya le he mirado
[9:09 p. m., 5/11/2019]:
Y dormía con un cadáver, a falta de cama
[9:15 p. m., 5/11/2019]:
Porque si a pesar de que respiraba, ya no se valía por sí mismo defecaba en la cama y se orina en ella, estaba más allá que acá entre nosotros los vivos. Eso lo veía
[9:16 p. m., 5/11/2019]: Y así, seguir escribiendo mi novela, "cazador de mariposas".
Escuchaba, tratando de memorizar las palabras y las caricias que de ella sé. Expresaba
[12:31 p. m., 25/8/2019]:
Y la miro por primera vez, su luz que irradiaba era excelsa, miro sus ojos de color verde como rubíes,
[12:51 p. m., 25/8/2019]: Y quedó encantados por ellos, su cabello dorado brillante eran rayos de sol. Desde el primer segundo la quiso poseer, tenerla solo para él, pero el amor es un ente incomprensible, a la vez bello, pero en otras ocasiones la causa de que algunos seres se vuelvan dementes.
Entonces él se propuso poseerla.
lunes, 28 de octubre de 2019
La Muerte de Audelino
YA TENGO 8 MECES AQUÍ, y las mariposas no aparecen. Me digo que no aparecerán porque ya no es tiempo, tenían que aparecer en primavera, despuesito que todo floreciera, antes que los aguaceros cayeran, reblandeciendo la tierra, dejando su jugo en el valle, pintando el mezquital de verde, así como lo recuerdo en mi niñez, pero no, no aparecieron, ni las lluvias, ni las flores, y es por eso que las mariposas no llegaron.
Ya tengo 8 meces aquí, y lo recuerdo bien porque mi llegada coincidió con el entierro de don Audelino.
Era un 12 de marzo cuando había llegado de la capital y caminaba las veredas que conducen a distintos lugares, por entre los matorrales, magueyes y de más.
¡Era hermoso! Escuchando nada más que el viento que surca los campos áridos, y rara vez, una canción a la distancia.
No lo sé, era como un déjà vu, pero cada que me reencontraba con mi pueblo, parecía reencontrarme y escuchar en voz alta mis propios pensamientos.
Miraba a lo legos el humo que salía de las casas de adobe, piedra y penca donde posiblemente en el fogón yacía una gran olla de café, sostenida en dos barras de metal puestas sobre dos grandes piedras, así lo recordaba. Posiblemente en una de esas casas mi abuela reblandeciendo un pedazo de bolillo seco en las brasas del fogón.
Y caminaba, y a la vez pensaba.
Yo venía entonces de la ciudad, donde la modernidad se había tragado todo, pero aquí no, miraba esa neblina que siempre bestia de inocente blanco cubriendo el mezquital, y más allá las molenderas que regresaban por entre el camino donde las piedras ruedan entre sus pies descalzos, y el alba moría lentamente con los primeros rayos de sol a sus espaldas.
Aquí la modernidad no existía, no se tragaba nada, el sol era lo que se comía todo, la tierra, las plantas, el aire y la piel del campesino.
Recordaba viendo esa neblina que cubría todo el mezquital, eso me traen buenos recuerdo. Me decía mi abuela “No se olvide de mí, de su pueblo, de su gente, regrese, regrese cuando pueda”
Y estaba de más que lo dijera, en la ciudad solo anhelaba regresar, regresar a mi pueblo, a mi gente, a sus colores, sus olores y sabores, había aprendido amar ese lugar con los ojos del alma y era algo que jamás me lo arrancaría del corazón.
Entonces, esa neblina dejaba solo ver las siluetas borrosas de los magueyes y mezquites, que yacían entre los matorrales.
Recordaba mi tierra, esa tierra que olía, y como tanto me decía mi abuela que nunca le olvidara.
¡Por allá!, en mi pueblito.
Entre campos áridos, entre cardones, mezquites,
magueyes y demás.
¡Por allá!, entre el olor del pulque y el humo del fogón.
¡Por allá!, entre el olor de la olla de café y del pan seco reblandecido entre las cenizas y brazas.
¡Por allá!, entre las risas descaradas del viejo guarro, por entre las milpas desgarradas de colores agrios.
¡Por allá!, donde se huele la tierra seca,
¡Por allá!, entre el aroma a tierra mojada por la lluvia.
<<Y sí, así fue, muchas fueron las veces que regrese para caminar por el monte de mi pueblo, siempre pensando en mariposas; me decía; quizás yo soy el único que ve lo bello de esta tierra descarnada y seca.>>
Seguía caminando, y a lo lejos cuetes que irrumpen, dirigiéndose al nublado cielo, con estruendoso trueno la soledad que imperaba queda irrumpida.
Esa tranquilidad de la cual disfrutaba se vio mermada.
Al llegar a la cima, desde la loma, se mira que no son cuetes de fiesta, entonces a lo lejos, por el camino de terrecería alcanzo a divisar una procesión de un muerto.
Es raro que a un muerto se le lleve a enterrar con cuetes en el cielo, bueno, quizás así lo decidió el difunto, ¡va! uno quien es pá cuestionar esos asuntos – pensaba al avanzar por la orilla del camino.
Desde donde me hallo se ve un remolque tirado por un burro, a la vez el burro es arreado por una mujer encorvada vestida de negro de los pies a la cabeza, posiblemente era la viuda. en el remolque una caja de muerto con una corona de flores y por lo que alcanzo a divisar, es el único arreglo floral del difunto, una banda pueblera, conformada por tres tipos le siguen, uno con tuba, el otro con guitarra y uno más con acordeón, detrás de ellos no más de 8 personas, ¡Todo el pueblo, creo!. La mayoría de ellos ya mayores de edad, puesto que los más jóvenes han emigrado pal norte o pá la ciudad.
- Mi dejaste maldito viejo, mi dejaste, si habíamos quedado que nos iríamos juntos, juntos como muéganos y si juera posible en el mismo cajón, esa era tu promesa ¿Hora que voy hacer sin ti? Si no mi muero de enfermedad, mi muero de tristeza, mi dejaste, mi viejito chulo.
Se escuchó decir, entre sollozos.
- ¡Hora! ¡Hora! Camina, maldito animal, burro, burro como tú dueño que llevas como bulto.
Grito la mujer al arrear el animal, golpeándolo con furia con un pedazo de cincho que traía en una de las manos, desquitando con esa acción su dolor con jumento.
Al acercarme más, pude darme cuenta que era la mujer de don Audelino, doña Lazara, al pasar frente a mí le saludé, pero no respondió, haciéndole honor a su apodo "doña mala". El muertito, era don Audelino, el tlachiquero del pueblo, su féretro, era de madera cruda, sin trabajar ni nada, se veía áspera, tosca, pintada de color negro mate, de la cual solo resaltaba algunos clavos de color gris plateado, que sostenían unidas las maderas del féretro.
La cajita modesta, pobrecita como la vida que vivió el viejo, posiblemente se la había hecho el carpintero del pueblo, y hasta puedo asegurar que la construyo con los materiales más baratos o retazos de madera que tenía derrumbados por ahí, y es que los viejos no eran de muchos centavos, y tal vez no le alcanzaba a doña mala para ese estuche pá ricos, como se lo escuché decir en algún momento.
Cuando pasaban frente a mí, entonces centre mi atención en los integrantes de la banda, el que toca la guitarra se ve viejo y muy cansado, sus zapatos se miran rotos y degastados, pero es el único de los tres que usa zapato cerrado, los otros dos traen guarache cruzado que con el polvoriento camino ha dejado los dedos de sus pies blancos y cuarteados, pero lo que más llama mi atención y hace denotar su miseria son sus trajes, los pantalones de color azul rey y sus chaquetas rojas se miran desgastadas y descoloridas por el sol, atrás en sus espaldas una leyenda se puede leer “Los caminante”.
- ¿En que está pensando? ¡Ni me escucha! Le estoy hable y hable y ni me pela.
Escuche decir de don Chon, tío de Lupe con quien mi abuela es comadre.
- Discúlpeme don Chon, ¿dígame usted?
- ¡Vámonos!
El último de la procesión en su andar igual me dirige la palabra. Es don Epifanio.
<<El viejo encorvado por la edad y con bastón, pero a pesar de ello, y con su edad siempre se lo mira salir de su casita, muy temprano pá la tienda, "pá echarse una su cahuama".>>
- Haxa juä
- Buenas días jefe, ¿como esta? - Le contesto
<<Me acerco a él, le saludo y le beso la mano, es una acción que en el pueblo es muy frecuente ver, es una acción de respeto pá los viejos, pero que con el tiempo ese respeto se ha ido perdiendo al igual que la tradición. >>
- yo estoy bien, bien en lo que cabe, bueno, al menos dios nos ha dado licencia pá llegar hasta el día de hoy. - siguió caminando y a unos escasos metros se para, voltea la mirada y menciona.
- ¡Hora! Que no vas? vamos a acompañar a don Audelino que acaba de morir.
Con el bordón en la mano reafirma la invitación.
- No don Epifanio, tengo que terminar de llegar a su pobre casa, tengo que llegar con mi abuela. le respondo.
- Que me perdone don Audelino y doña mala, pero no voy a poder acompañarles.
- Bueno ay será pala otra - Escucho mencionar entre risas a don Chon.
- ¡Va, pá la otra! ¡Va! Como si nos muriéramos dos veces.
Pá la otra.
Mientras el féretro seguía su andar, don Epifanio quien se había quedado unos pasos por hacerme la invitación, enseguida camino, pues se había quedado muy atrás.
- Bueno, luego nos miramos, me voy, me voy si no me dejan.
Retomo su camino y escuchándole decir, murmurando entre dientes, riendo disimuladamente.
Bueno, tal vez en el próximo entierro, del próximo difunto, espero no sea yo. Menciono, dejando soltar una gran carcajada..
Ellos dirigiéndose al cementerio, y yo a mi casa, ambos dándonos la espalda. Camine, camine pensando en aquel viejo que en vida olía agrio, agrio como él pulque que vendía y el cual muchas veces entre las borracheras había fungido como confesor de nuestros sentires, de aquel elixir que por sus cualidades creíamos tenía la facultad para otorgar la absolución de nuestros pecados.
De repente detuve mis pasos, sentí nostalgia por el difunto, miré a mi alrededor, y en ese lugar tan desolado, por alguna extraña razón en ese preciso instante, sentí un frío helado recorrer mi cuerpo, sentí el peso de mi andar, la obligación de acompañar con aquel viejo fue más grande,
Era un día nublado, y entonces eche marcha atrás para alcanzar al cortejo fúnebre, quería no ir, pero al final era mi amigo.
Apresure mis pasos para emparejarme con ellos.
Un viento efímero llego del norte arrebatándome el sombrero de Palma, de ala corta que llevaba en mi cabeza, el sombrero voló y rodó hasta terminar enfrente de las patas del burro que arrastraba el féretro, la prospección se detuvo y la banda pueblerina cayó su música.
Todo quedó en silencio, el jumento agacho la cabeza, tomando el sombrero con el hocico masticándolo enseguida.
- ¡Burro tonto! Se escuchó decir de doña mala
El animal tenía hambre, se miraba en su complexión casi esquelética.
- ¿Y entonces, te has animado a acompañarle? Preguntó don Epifanía
No dije nada, solo acerté con la cabeza
Me acerqué a doña mala quien ya alistaba el cincho para darle al animal
- No haga eso doña mala, no es culpa del animal, don Audelino lo ha detenido, él le ha puesto el sombreo en el hocico, miro que venía yo atrás y se detuvo pá que lo alcanzara, él ha querido así, él quiere que lo acompañe.
Solo ha de lamentar no haberse ido en un día soleado, así como en tantas veces me lo dijo.
La mano que sostenía el cincho disminuyó la fuerza con la que era apretado, cediendo y cayendo la punta del mismo hasta terminar a un costado de la rodilla de la viuda. Se escuchó el gran silencio en el valle, solo el viento seco se escuchaba y sentía en la cara, el silencio hacía más visible la ausencia de don Audelino.
El burro dejó caer de su hocico el sombrero que masticaba, se había quedado inmóvil y con cautela y respeto me dirigí a recogerlo, cuando me agache doña mala mencionó.
- Si, ya sentía su muerte, y me lo dijo munchas veces, me decía ya borracho hay mi Mala, "Solo estoy esperando que se acabe la flamita de mi vela, ya casi es mi hora", pero no le creía, pensaba que me lo decía por los pulques que se echaba.
Levantando su reboso negro y se miró las lágrimas recorriendo sus mejillas, unas mejillas arrugadas, ennegrecidas por el sol.
Me puse el sombrero aun cuando esté estaba babeado por la peripecia del animal.
Yo no sabía más que decir en ese instante.
- ¿Entonces te lo dijo? Artículo la pregunta, con una voz entre cortada, pasándose un gran trago de saliva
- ¿Que doña mala?
- Que odiaba los días grises.
- Si, era algo en el que ambos coincidíamos, los días nublados son tristes
- ¿Entonces conocías mi Audelino?
- Si, y lo estimaba al viejo.
Seco sus lágrimas de sus ojos y mejillas, exhalo con gran fuerza dejando salir el aire de sus pulmones en forma de suspiro.
- Pero que le vamos hacer, ya se nos adelantó.
¡Hora! Anda burro
Al escuchar esto el animal y sin golpe alguno retomó su andar.
Continuamos así el camino de terracería, hasta que el viejo Epifanía que iba a un lado de mí, para quebrar el gran silencio le escuché decir
¡Se ve que va llover! Bueno, será bueno pá la milpa…
Yo entré mí mismo esperaba que fuera así, y camine con esa idea en la cabeza, tenía la certeza que si llovía el mezquital se iba llenar de verde con muchas flores y de miles de mariposas de colores, había venido para eso, pá casar mariposas como cuando niño. Pero pensaba en la última vez que les vi en el campo, ya eran muchos años y nada, y eso era por las sequías en el mezquital.
mmm! fue aquella vez que se cubrió la tierra de rojizo, la última vez que les mire en todo el valle...
Traía en la cabeza de bajo del sombrero de tornillo un mecapal de itztle que sostenía de las puntas un ayate con un tejido de extraordinaria belleza, en el ayate traía un a ocote improvisado con una botella de Coca-Cola de dos litros no retornable, en la punta de la misma un pedazo de manguera negra junto con una charrasca de metal carcomido por el óxido, tal vez venia de raspar su aguamiel puesto que traía en una mano un garrafón blanco de 5 litros, el garrafón se miraba liviano por la forma en que era manipulado.
Yo iba por las vendas del temporal, caminaba como quien se dirige sin saber su rumbo, miraba que el anciano en medio de los surcos caminaba unos escasos metros y se detenia es algo que parece repetir con énfasis brutal y es que no es por demás, los años encima ya le aquejaban.
Ajeno a todos sus males, caminaba despacio por la milpa de belleza triste.
Aquel hombre de guarache cruzado y de actitud humilde, iba por la milpa, cuando mire que detenia su andar para pepenar los pocos quelites que la tierra descarnada había dado , la tierra este año era tan seca que no había dado nada, los pocos quelites y el maizito estaban arrugados por sol, y esque ese fuego invisible había evapora el poco jugo que habia en la tierra de las escasas lluvias.
En medio de la milpa y con una expresión de quien dirige a los cielos una oración, el anciano dirige su mirar hacia donde se cree esta dios, en instantes bajo su garrafón al suelo para cubrir su vista con la mano, agacho su mirar como temiendo del altísimo, mientras dirige su mirada a la tierra seca se sostubo con las dos manos del humilde bordón echo de un trozo de carrizo.
Le escucho decir. -Mezquital ingrato! - pa eso nos quieres aquí, pa darnos miseria y hambre.
- ese día conocí al tal Audelino, en mezquital,
era temprano,
Miraba a lo legos el humo que salia de las casas donde posiblemente en el fogón yacía una gran olla de café, posiblemente tortillas secas reblandeciéndose en las brazas de fogón.
Miraba la neblina vestida siempre de inocente blanco cubriendo el mezquital y mas alla las molenderas que regresan entre el camino donde las piedras ruedan entre sus pies descalzos y el alba muere lentamente con los primeros rayos de sol a sus espaldas.
-Ahora solo recuerdo!
Recordar la neblina que cubría todo el mezquital, dejando solo ver las siluetas borrosas de los magueyes y mezquites que yacían entre los matorrales.
Recordar mi tierra que huele
Por alla! , en mi pueblito. Entre campos áridos, entre cardones, mezquites, por entra las piedras y demás. Por alla!, entre el olor del pulque y el humo del fogón. Por alla!, entre el olor de la olla de café y del pan seco que mi abuela reblandece entre las cenizas y brazas. Por alla!, entre las risas descaradas del viejo guarro, por entre las milpas desgarradas de colores agrios. Por alla!, donde se huele la tierra seca, Por alla!, entre el aroma a tierra mojada por la lluvia. Muchas fueron las veces que camine por el monte de mi pueblo y pienso; quizás yo era la única que ve lo bello de su belleza descarnada y seca.>>
, caliente, tiene un aire que es pesado y que cala, todo junto, crea una atmósfera abrazadora, que asfixia, en donde pocas cosas son las que se dan por la sequía la tierra ...
Y un remolino alboroto los largos cabellos que le cubrían el rostro debajo del sombrero de ala ancha, cabellos como telarañas blanquecinas cubiertas de roció de una nube extraña.
la expresión en su cara era faborable apesar de sus años que denotaban cansancio en su lento caminar ... Aquella mañana mi abula y yo abiamos decidimos caminar al pie del cerro..el dia era nublado, de esos dias que para mi no me agradan porque son siempre triste; pero ese dia era lo contrario.
una inocente alegría parecía aparecer en su rostro cuando ecucho las notas de Sous le ciel de Paris, de Ediht Piaf,"sous le ciel de Paris s'envole une chanson" y efectivamente, bajo el cielo volaba una canción, pero no era bajo el cielo de paris donde se deslizaba por doquier, donde reboloeaba por todos los sitios cual maripoza, era mas bien bajo del cielo del pueblo de abuela.
Una lagrima posaba sobre su rostro.
Tu papá, tu papá
Solo mencionaba con una vos atorpesida, casi moribunda,
No sabía que pensar, era una escena que dolía o quizás no, el rencor por la vida miserable que nos había dado me hacían quierer ignorarle, sentia que ya nos estorbaba, solo el dolor en el rostro de mi madre me hacía recapacitar, quería sentir lo mismo que ella pero no podía .
-Qué hacemos, que hacemos? Me preguntaba
Lo llevamos al doctor?
No sabía responder, lo miraba casi moribundo,
Quería sentirle lastima en esos momento pero ni eso sentia,
no podía, entonces había ideas en mi cabeza que yo era malo
-tal vez ya
Pero sentia que ya nos estorbaba
....................................
Cortina blanca fragmentada en mil pedazos
Entre colores agrios y risas de nostalgia.
Mi madre en el campo, con mariposas blancas por doquier.
.................
Detrás o tras / de las / colinas se hicieron sombras
.................
Y te mire ahí entre mis recuerdos, sola como siempre pero a la ves con muchos.
Te mire entre charcas de aguaceros, entre líneas tristes y alegres del tintero.
Observe de nuevo tu sonrisa, esa boca llena de palabras dulces y alegres, de palabras agrias y mentiras repugnantes
¿qué nos pasó? ¿Porque cambiamos el amor por lo contrario? La banca que era nuestra, tus sueños que eran míos, las penas compartidas que nos hacían uno, todo al carajo!
Metí tu sonrisa y los besos de tu boca en un suspiro
Convertí tu mirada con tus ojos negros en recuerdos
Y todo para que?
Me pregunto yo, tu presencia aún me taladra la cabeza, me mata lentamente
Un sorbo de licor, un aire contaminado de tabaco me acompaña.
.........
La modernidad se tragó todo
novela
Son las 11:00 pm, me ha sorprendido la noche, caminando solo escuchando los grillos del monte mientras unos débiles resplandores de luz de luna me hacían apreciar débilmente un paisaje oscuro y desolado, esto, cada que las nubes despejaban el cielo dejando ver la luna.
Solo recordaba, recordaba cosas, como la ves que me madre me regaño por el vicio del cigarro.
-mañana, mañana, lleva dos semanas diciendo lo mismo,
Un suspiro pende y el silencio como carroñero nos asecha.
Sentí nostalgia por don Audelino, mire a mi alrededor, y en ese lugar tan desolado en el que estaba, por alguna extraña razón en ese preciso instante, sentí un frío helado recorrer mi cuerpo,
De repente detubo sus pasos, sentía el peso del fifinto, aquel viejo esmirriado por los años en el que muchas veces entre las borracheras le había fungido como confesor de sus sentires, era un día nublado, y entonces echo marcha atrás para alcanzar al cortejo fúnebre, a pesar de que haría querido no asistir sintió el deber de hacerlo,
Apresuro sus pasos para emparejarse con ellos,
Un viento efímero llego del norte arrebatándole el sombrero de palma de ala corta de su cabeza, el sombrero voló y rodó hasta terminar enfrente de las patas del burro que arrastraba el féretro, la prospección se detubo y la banda pueblerina cayó su música,
Todo quedó en silencio, el burro agacho la cabeza, tomando el sombrero con el hocico y masticándolo enseguida.
-Burro tonto, se escuchó decir de doña mala
El animal tenía hambre, se miraba en su complexión casi esquelética.
Y entonces, te has animado a acompañarle, cuestionó don Epifanía
No dije na, solo acerté con la cabeza
Me acerqué a doña mala quien ya alistaba el sincho para darle al animal
-No haga eso doña mala, no es culpa del animal, don Audelino lo ha detenido, miro que venía atras y se detubo pa alcanzarlo, el abría querido asi, el abría querido que lo acompañara
-solo ha de lamentar no haberse ido en un día sóleado, así como en tantas veces me lo dijo.
La mano que sostenía el sincho disminuyó la fuerza con la que era apretado, y sediendo, cayendo la punta del mismo hasta terminar a un costado de su rodilla, se escucho el gran silencio en el Valle, de todos los presentes solo se sentía la presencia de don Audelino,
El Burro dejó caer de su hocico el sombrero que masticaba, se había quedado inmóvil y con cautela y respeto me diriji a recogerlo, cuando mi agache doña mala mencionó
-si, ya sentía su muerte, y me lo dijo munchas veces, pero no le creía, pensaba que me lo decía por los pulque que se echaba.
Levantando su velo negro) se miraba las lágrimas recorriendo su mejillas, unas megillas arrugadas, ennegrecidas por el sol.
Me puse el sombrero aún cuando esté estaba babeado por la peripecia del burro.
No sabía más que decir en esos momentos
-Entonces te lo dijo? Artículo la pregunta, con una voz entre cortada, pasándose un trago de saliva
-que doña mala?
-que odiaba los días grises.
-si, era algo en el que ambos coincidíamos
-los días nublados son tristes
-entonces conocías mi Audelino?
-si, y lo estimaba al viejo.
Seco sus lágrimas de sus ojos y mejillas, exalo con gran fuerza dejando salir el aire en un gran suspiro.
-pero que le vamos hacer, ya se nos adelantó. Hora! Anda burro
Al escuchar esto el animal y sin golpe alguno retomó su andar.
Continuamos así el camino de terraceria, hasta que el viejo Epifanía que iba a un lado de mi, para quebrar él gran silencio le escuché decir
-Se ve que llover? bueno, será bueno pa la mapa.
Recuerdo la ves que conocía al viejo Audelino,
algo parecido a la felicidad me indiciaba disfrutase de la Fugacidad de la vida, ¡vaya ironía!, yo alegre y ellos tristes.
¿Y en dónde tienene México a sus artistas?.