Leer el escrito del poeta, sin mirar la mente de quien le escribió, pasa muchas veces.
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Y el cristal obscuro profetizaba vida y muerte,
mientras miraba el lente con el ojo negro.
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Nada se movió en la estancia, quedándose a oscuras esa imagen del anciano, sentado en su sofá de color café acre, fumando su pipa. Esa silueta borrosa por el humo, no se movió ni siquiera cuando la estancia quedo completamente a oscuras, completamente en soledad.
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Como carne putrefacta, hacia los cuervos.
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mis pies flotan, y un poco adormilado me desplazo, con mi estuche de óleos y pinceles, y un gran lienzo bajo el brazo.
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Y su mirada me hacía sentir la herida abierta en mí, dolía y eso ya era mucho, me hacia sentir nuevamente vivo.
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Pachuca de Soto, Hgo. 13 de Febrero del 2016.
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