sábado, 19 de septiembre de 2020

Nota. 12.09.20 Mis dos Marias

Desde que nació cargo con la muerte acuestas, lo notaba, siempre pálida, ojerosa, se me enfermaba muncho, le puse María, como su abuela, a ella le hubiera gustado, pienso yo, aunque ninguna se conoció, mi a má se fue antes, junto con una muina porque me había metido con uno de los peones que andaban en la pica de sácate, allá, atrasito de la loma.


- Eres una tonta, porque lo hiciste? Ese Tiburcio no te va responder, ¡hora! ¿Quién te va querer así? Preñada, naide quiere una mujer con un chamaco.

Eres una tonta, ese Tiburcio solo es un borracho, un mujeriego y muerto de hambre pa' acabar.


Y pues sí, pä que decir que no, sí, sí. Cuando se enteró de que estaba esperando un hijo, jamás se volvió a divisar por estos lares.


Solo me endulzo el oído.

Pero ya ni modo, así es la vida.


UN DÍA SERRÓ LOS OJOS PARA NO ABRIRLOS JAMÁS, eran antes de las 6 de la mañana, me acuerdo porque aún no cantaba el gallo, cuando cantó, ya no me digo nada, antes me decía, a má, ya amaneció, pareseste, y me paraba, entonces barría mi fogón y prendía una mi lumbre, ella ya sabía su quehacer, sacaba el nixtamal y se iba a molerlo, por allá con la Refujia, todavía recuerdo las piedras rodando entres sus pies descalzos, recorriendo las veredas junto a las molenderas.


Pero ni modos, así es la vida.


Siempre cargo con la muerte acuestas, y yo siempre lo supe, un día se me enfermo y ya no quiso, no se me compuso, ya no despertó, recuerdo ese día, llore muncho, tanto que pensé que mis ojos se habían quedado sin lágrimas, ahí la tuve, dos, tres días, pensando que se levantaría, pensando que era un mal sueño y que despertaría para verla echándome una mi ancha en el fogón, pero no, ya no despertó.


Algo en mí me gritaba que no era un sueño, pero no quería aceptarlo, solamente me paraba para caminar por la nopalera, cundo el sol le pegaba en su cara toda pálida, sin vida, sin alma, entonces me echaba jicarazos de agua fría en la cara, me revolcaba en los charcos con lodo, quería despertar de este mal sueño, pero no, no podía, mis lágrimas se mezclaban con el agua sucia.


Una y otra vez me arrastraba hasta mi jacal, no quería verla así, tan quitan, tan silenciosa, ya no quería vivir así. Pa' que?


Al ver que se me empezaba poner verde, con un olor feo de animal muerto que no me dejaba respirar dentro de mi jacal, con todas esas moscas en la boca, junte mis pocas fuerzas, seque mis ojos y me di valor, agarre uno mi petate que tenía en una esquina, aquel que estaba menos roído por el ratón, la en volví y la amarre con uno mi mecate y la jale hasta junto de la pata de la vieja Palma, ahí, había visto un hoyo grande que habían hecho unas libres, ya no me costaría tanto, al llegar, empecé a escarbar con mis manos como desesperada, parecía un tsaty'o.


Mis manos sangraba, pero no me importaba. Ya no.

La eché ahí, ahí la dejé.


Cuando me fui de ese lugar, sentía algo como que se había quebrado por dentro, sentía como algo desgarrado en mi pecho, luego el padre de la iglesia me dejó que era mi alma, ese día mi María me arrancó todo, hasta el corazón para llevárselo juntito a ella. Se quedó ahí enterrado.


- De la muerte de mi María naide se enteró, y es que aquí así era, uno sé moria y naide se daba cuenta, aquí uno nacía y pues uno crecía como los jumentos, sin saber nada, solo uno se levantaba pa vivir el día, o en mi caso, aprender a sobrevivir con la soledad de uno, hoy estamos aquí y nos levantamos por la gracia, pa'l otro año a ver qué dios dice, a ver si comemos tunas o tierra...

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