sábado, 19 de septiembre de 2020

Nota. 19.09.20 Lupe

- Lupe! ¿Cómo estas Lupe? 

- bien

- Ya te venimos a molestar, perdón por estas altas horas de la noche

- No te preocupes, pásale pues. ¿A que debo su visita?  Que ya casi naide me viene a ver. 

Aquel hombre con aspecto miserable yacía sentado en un sillón color rojo de terciopelo, desgastado por el uso, todo descolorido, con manchas de mugre por todos lados, cuando vino venir los visitantes, se levantó y se ergio lo más que pudo, encorvado, tomó una muleta con la mano y luego la otra, las coloco bajó sus hombros y se irguió en ellas. 

- Pero no te pares Lupe, siéntate. se escuchó decir en tono de súplica. 

Pero no entendió, quería levantarse, estar de pie, se le veía insistente, aún con el esfuerzo que se le veía hacer, a pesar de la enfermedad, parecía querer demostrar que él era aún el quien estaba al frente de la humilde casa.

La enfermedad lo hacía ver encorvado, con unos ojos y mirada que casi nunca se separaban del suelo, más aún, su facha, era más marcada con la chamarra de mezclilla con forro en el interior de lana de borrego, que parecía ya no quedarle, por las múltiples tallas pérdidas, el pantalón color caqui que vestía se sostenía a su delgada cintura con un cinturón de piel, color negro al cual ya le habían agujereado más hoyos de los que poseía en un principio, eran más hoyos que cinturón. 

Su aspecto miserable te causaba un nudo en la garganta. Pero a pesar de todo, se quedó así toda la plática, de pie, su dignidad era lo único que le quedaba y quería seguir conservándola.

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