A las afueras de la estaciรณn de Dufferin, decรญa, ¡puta, quรฉ hambre tengo! entonces volteo, casi por inercia.
Atrรกs de mรญ una vaporera con un letrero, tamales mexicanos.
— ¡Vrg! Como los trajeron tan rรกpido? Exclamรณ.
— Por FedEx. Bromeando, me responde el vendedor.
Pruรฉbelos
— Ok, รฉcheme una torta de verde.
— Eso quisiรฉramos joven, pero no tenemos bolillos.
Pero eso queremos, vender tortas de tamales y champurrado, claro, mientras no nos corran de aquรญ.
— No creo, mire la otra esquina, ese mariguano, estรก todos los dรญas y nunca lo han corrido.
Una pareja procedente del estado de Hidalgo con 2 meses en Toronto, se aventuraron a vender tamales en una esquina transitada por varios paisanos.
Me echรฉ 6 tamales, que despuรฉs de 8 meses de comer nada mรกs que comida procesada, esos tamales me saben a gloria, 3 tamales por 11 dolores, me dice la esposa, y es lo รบnico que se le escuchรณ decir en los casi 20 minutos que pase platicando con su esposo.
Me despido y me dirijo a "Tierra azteca", una tienda de productos mexicanos donde por lo regular todos los paisanos hacen envรญos de sus remesas.
๐๐ฐ๐ณ๐ฐ๐ฏ๐ต๐ฐ, ๐๐ฏ๐ต๐ข๐ณ๐ช๐ฐ, ๐๐ข. 10 ๐ด๐ฆ๐ฑ๐ต๐ช๐ฆ๐ฎ๐ฃ๐ณ๐ฆ ๐ฅ๐ฆ๐ญ 2022.
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